La expansión acelerada de mega granjas en América Latina está generando un profundo conflicto socioambiental. Este modelo industrial de producción de carne desplaza los sistemas alimentarios tradicionales, se establece en territorios indígenas y campesinos, y provoca la pérdida de biodiversidad, la contaminación de los ecosistemas, y la degradación del suelo. Además, agrava los problemas de salud pública y exacerba los conflictos por la tierra, alimentando un círculo vicioso de desigualdad y violencia. Desde 2017, la comunidad indígena maya de Homún, en Yucatán, México, ha resistido la instalación de una megagranja porcícola en su territorio, establecida sin la consulta previa, libre e informada, un derecho garantizado por el Convenio 169 de la OIT, ratificado por México en 1990. La granja, propiedad de Producción Alimentaria Porcícola (PAPO), filial de Kekén, líder en la producción porcina en Yucatán[1], generó preocupación por su impacto en el medio ambiente, la biodiversidad y el modo de vida local. Los desechos porcinos y otros contaminantes se filtran al subsuelo poroso, afectando los cenotes, pozos sagrados para la cultura maya y fuentes vitales de agua para la comunidad[2].Las personas defensoras de los cenotes en Homún han enfrentado amenazas por exigir el cierre de la granja[3]. Sin embargo, en febrero de 2024, un juzgado federal emitió una sentencia histórica que revocó el permiso ambiental y ordenó el cierre de la instalación, tras peritajes que evidenciaron violaciones ambientales y de derechos humanos[4].Este caso ilustra la resistencia de los pueblos mayas en defensa de sus territorios y derechos frente a la expansión contaminante de la agroindustria cárnica, una lucha que se replica en comunidades como Sitilpech, Chapab, Kinchil, San Fernando y Celestún, que también se oponen a estas megagranjas[5].Las corporaciones de la carne en América LatinaLas corporaciones cárnicas en América Latina han centrado su atención en la producción industrial de cerdo, pollo, res, camarón y salmón, impulsando la expansión de megagranjas gestionadas por grandes conglomerados agroalimentarios. Este crecimiento ha generado graves conflictos y contaminación en territorios campesinos e indígenas, donde las comunidades locales sufren profundos impactos ambientales y sociales[6].Los gobiernos de la región a menudo respaldan esta expansión a través de políticas y normativas que favorecen la cría industrial de animales, mientras dificultan la supervivencia de los sistemas campesinos tradicionales. Las normativas sanitarias y de inocuidad, diseñadas para ser cumplidas únicamente por grandes corporaciones, excluyen a los pequeños productores y limitan su acceso al mercado[7].En este contexto, las comunidades campesinas e indígenas que denuncian los efectos negativos de estas operaciones enfrentan amenazas, desplazamientos, criminalización y violencia por parte de las corporaciones[8]. La cría industrial se orienta a maximizar la producción sin considerar los costos sociales, ambientales o de bienestar animal, priorizando exclusivamente las ganancias económicas.Las corporaciones someten a los animales a condiciones de hacinamiento extremo, lo que constituye un trato cruel y genera una enorme cantidad de desechos y contaminación. Esta situación no solo afecta gravemente la salud y la soberanía alimentaria de las comunidades vecinas, sino que también pone en peligro ecosistemas frágiles. A pesar de ello, numerosas comunidades en América Latina resisten de manera activa, luchando por expulsar estas operaciones dañinas de sus territorios y defender su derecho a un entorno sano y a una vida digna.Tabla 1: Principales corporaciones dedicadas a la carne que operan en América LatinaEmpresaPaísPrincipales inversoresJBSBrasilBNDES Participações S.A.REAG Gestora de Recursos Ltda.Capital Research & Management Co.BB Gestão de Recursos DTVM S.A.BRFBrasilPolunin Capital Partners Ltd.Macquarie Group LimitedThe Goldman Sachs Group, Inc.Renaissance Technologies LLCBlackRock, Inc.Tyson FoodsEstados UnidosThe Vanguard Group, Inc.BlackRock, Inc.T. Rowe Price Associates, Inc.State Street CorporationWellington Management Group LLPSmithfield FoodsChinaWH GroupMinerva SABrasilSaudi Agricultural & Livestock Investment Company (SALIC)Vilela de Queiroz FamilyT. Rowe Price Associates, Inc.Compass Group LLC.Hormel Foods CorporationEstados UnidosThe Vanguard Group, Inc.BlackRock, Inc.State Street CorporationGeode Capital Management, LLCCONAGRAEstados UnidosThe Vanguard Group, Inc.BlackRock, IncT. Rowe Price Associates, Inc.State Street CorporationAmerican Century Companies, Inc.Fuente: Sitios web de las empresas, inversores y bolsas de valores.Elaboración GRAINLa producción mundial de carneEn las últimas dos décadas, la producción y el consumo de carne han aumentado un 53% a nivel mundial, con el pollo, el cerdo y la res representando casi el 90% del total[9]. Estos animales se crían principalmente mediante métodos industriales gestionados por grandes corporaciones, lo que ha llevado a una alta concentración en la producción, procesamiento y comercialización de la carne.Un pequeño grupo de empresas controla gran parte del mercado, suscitando preocupaciones sobre la sostenibilidad, el bienestar animal y el impacto ambiental y social de estos métodos, especialmente en regiones con alta biodiversidad, donde la expansión de las industrias cárnicas amenaza los ecosistemas locales. Fuente: FAO, 2023[10] Elaboración GRAINLa producción industrial de carne se concentra en unos pocos países. China, Brasil y Estados Unidos producen cerca del 42% de la carne de pollo a nivel mundial. En el caso del cerdo, China, Estados Unidos y España controlan alrededor del 60% de la producción. Un patrón similar se observa en la carne de res, donde China, Estados Unidos y Brasil generan aproximadamente el 40% del total mundial[11].Las corporaciones transnacionales de carne han aprovechado la globalización neoliberal para trasladar sus operaciones a países más pobres, donde los costos de producción son significativamente más bajos, maximizando así sus márgenes de ganancia. Un ejemplo de ello es Smithfield Foods, el mayor productor de carne de cerdo del mundo, propiedad del conglomerado chino WH Group, que ha establecido granjas en México y Europa del Este para reducir costos. De manera similar, Tyson Foods, líder en la industria avícola, ha expandido su producción de pollo en China y ha incrementado su presencia en India, Argentina y Brasil, aprovechando condiciones laborales más flexibles y costos más bajos[12].La rentabilidad de estas corporaciones también está respaldada por los subsidios y medidas proteccionistas implementadas por los gobiernos del Norte Global. Países como Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, España y Dinamarca, a través de subsidios multimillonarios, pueden mantener precios artificialmente bajos en el mercado mundial, distorsionando la competencia y beneficiando a las grandes empresas. Estos subsidios no solo fomentan la sobreproducción de carne, sino que también desplazan a pequeños productores locales en muchas regiones del Sur Global[13].Así también, gran parte de esta industria se sostiene sobre la explotación de mano de obra migrante, principalmente del Sur Global, sometida a condiciones laborales precarias en las plantas procesadoras de carne de Estados Unidos y Europa. Este modelo de producción genera un círculo vicioso de explotación, donde los trabajadores más vulnerables son quienes soportan las condiciones más duras mientras las corporaciones acumulan enormes ganancias.Fuente: FAO, 2023[14] Por otro lado, América Latina ha experimentado una notable expansión en la crianza industrial de animales, impulsada principalmente por el aumento de la demanda global, especialmente en países como China. Dentro de este contexto, nuevas corporaciones cárnicas del Sur Global se han convertido en actores clave en la industria, siendo JBS, con sede en Brasil, la que ha logrado convertirse en el mayor productor de carne del mundo[15].Este crecimiento ha llevado a las multinacionales a expandir sus operaciones en la región, aprovechando la abundancia de recursos naturales y los bajos costos de producción. La crianza industrial en América Latina responde no solo a la demanda asiática, sino también al incremento del consumo a nivel global. Este fenómeno evidencia la creciente integración de la región en las cadenas globales de producción alimentaria, con importantes consecuencias socioeconómicas y ecológicas.Otro caso es la empresa BRF, también brasileña, que se ha posicionado como una de las mayores industrias de cría intensiva de cerdos y aves a nivel mundial. Estas compañías han adoptado estrategias de expansión internacional, convirtiéndose en transnacionales que compiten con sus contrapartes del Norte, respaldadas por subsidios gubernamentales, fondos de inversión y préstamos de la banca pública de desarrollo. Fuente: Heinrich Böll Stiftung y Amigos de la Tierra, 2022[16] En paralelo, la acuicultura ha triplicado su producción global en las últimas dos décadas debido a la intensificación de sistemas de cría, especialmente en especies como el salmón, el camarón y la tilapia. Esto ha sido posible debido al uso de piensos procesados para acelerar el crecimiento, junto con antibióticos y productos químicos para controlar enfermedades. Sin embargo, estos métodos han generado serias preocupaciones de salud pública, como la resistencia bacteriana, la contaminación de ecosistemas acuáticos y la eutrofización provocada por desechos orgánicos y alimentos no consumidos[17]. Fuente: FAO, 2024[18] Elaboración GRAINEn América Latina, la producción industrial de especies acuáticas se concentra en Chile, Ecuador y Brasil, convirtiendo a la región en la segunda mayor productora mundial, solo superada por Asia. Esta expansión, también ha desatado controversias por sus consecuencias sociales y ambientales, especialmente en las comunidades locales que ven alterados sus medios de vida tradicionales.La industria salmonera en Chile, por ejemplo, ha sido señalada por generar graves impactos ambientales, principalmente por la contaminación del agua a causa del uso desmedido de químicos y antibióticos, así como por el vertido de millones de salmones muertos en el mar[19]. Estas prácticas han afectado directamente a miles de pescadores artesanales que han visto restringidas sus posibilidades de pesca en las zonas cercanas a las piscifactorías. Además de los problemas ecológicos, la industria ha sido acusada de desinformar y adquirir de forma ilegal territorios marinos que pertenecen a las comunidades indígenas, lo que ha generado serios conflictos con quienes dependen de la pesca y la agricultura para su subsistencia[20]. Fuente: FAO, 2024[21] En Ecuador, la industria camaronera ha destruido aproximadamente el 70% de los manglares[22], ecosistemas esenciales para la biodiversidad y la crianza de especies acuáticas, que también actúan como barreras naturales contra tormentas y reducen la erosión costera. Su conversión en piscinas camaroneras ha eliminado estos hábitats, alterando los patrones de sedimentación y flujo de agua necesarios para su regeneración, lo que impacta gravemente en la disponibilidad de alimentos para alrededor de 100,000 familias que dependen de la pesca artesanal y la recolección de conchas y cangrejos. Asimismo, la contaminación del agua por residuos químicos y orgánicos de las granjas camaroneras agrava la situación, dañando los ecosistemas acuáticos y debilitando la capacidad del manglar para mantener la biodiversidad, lo que a su vez agrava los efectos del cambio climático en la región.Recientemente, la expansión de la acuicultura en "tierras altas" ha salinizado suelos y acuíferos, deteriorando la capacidad agrícola de la costa ecuatoriana[23]. Miles de familias campesinas enfrentan la pérdida de sus tierras y el acceso limitado a agua dulce, lo que agrava la inseguridad alimentaria y aumenta la tensión por los recursos hídricos en las zonas rurales.Impacto de la crianza industrial en la salud y el ambiente de las poblaciones campesinas e indígenasLa crianza industrial de animales ha generado importantes impactos en la salud humana, debido a la alta densidad de animales en espacios reducidos, lo que facilita la propagación de enfermedades, tanto entre animales como entre humanos, a través de la zoonosis. Esta práctica aumenta el riesgo de brotes de enfermedades, ya que los virus pueden mutar y transmitirse a las personas.Un ejemplo claro es el surgimiento de virus en animales criados industrialmente que luego afecta a humanos. Enfermedades como la gripe aviar (H5N1) y la gripe porcina (H1N1), se cree tuvieron su origen en mega granjas, causando la muerte de millones de aves y cerdos, además de miles de personas. En el brote de gripe porcina de 2009 en La Gloria, México, se señaló a Granjas Carroll, una instalación de cría intensiva de cerdos, como la posible fuente de la epidemia[24].Asimismo, en el último gran brote de gripe aviar en América Latina, más de la mitad de los contagios se detectaron en granjas industriales[25], donde el riesgo de transmisión a los humanos es mayor. Esto afecta especialmente a las trabajadoras y trabajadores de estas granjas, que están en contacto constante con los animales y sus desechos, exponiéndolos a un mayor riesgo de infección.En Brasil, la transnacional BRF, una de las mayores agroindustrias dedicadas a la crianza industrial de cerdos y aves en el mundo, ha estado implicada recientemente en varios escándalos de corrupción y adulteración de resultados de laboratorio para encubrir la contaminación de lotes de carne con salmonella[26]. Este caso ilustra cómo estas empresas pueden priorizar sus intereses privados sobre los riesgos que representan para la salud pública.Otro factor de riesgo para la salud está relacionado con el uso elevado de antibióticos en la crianza industrial, tal como se ha mencionado líneas arriba. En Chile, la industria del salmón utiliza 3,600 veces más antibióticos que los empleados en la salud humana[27], lo que puede contribuir al desarrollo de resistencia a estos medicamentos en los habitantes de las comunidades locales y en los consumidores de estos productos.La contaminación generada por estas granjas afecta negativamente las cuencas de agua, el suelo y el aire, lo que ha sido denunciado por poblaciones locales en varios países, especialmente en Ecuador, México, Brasil y Argentina. Las comunidades campesinas e indígenas están siendo desplazadas de sus territorios debido a las prácticas de las corporaciones cárnicas, como lo evidencian los casos de los pueblos Tsáchilas en Ecuador y Mayas en México.La concentración del mercado de la carne en manos de unas pocas corporaciones en América Latina limita la competencia de las personas criadoras y campesinas, quienes enfrentan precios artificialmente bajos impuestos por estas empresas. A su vez, los costos para el campesinado siguen aumentando, mientras que la asistencia gubernamental es escasa.Por otro lado, el consumo mundial de carne está experimentando un crecimiento acelerado, proyectándose un aumento del 76% para 2050[28]. Esta tendencia tiene graves consecuencias ambientales, ya que la ganadería es responsable de una parte significativa de la deforestación global y contribuye cerca del 12% de las emisiones de gases de efecto invernadero[29].Aunque el consumo de carne es mayor en los países del norte, ha experimentado un crecimiento notable en China, Brasil e India. Este fenómeno está vinculado a la expansión de la población urbana y la creciente industrialización en estos países, lo que lleva a las clases medias emergentes a consumir más carne. Como resultado, los Estados tienden a ser más laxos en las regulaciones y a ofrecer mayor apoyo a las corporaciones de la carne industrial[30].En los países del sur, el aumento del consumo de carne, especialmente de ganado vacuno, es percibido como un acceso a “bienes de lujo” que refleja un estilo de vida asociado a las naciones del norte. Esto genera un producto destinado a un número reducido de clases sociales, que consumen estas carnes sin comprender cómo se producen ni los efectos que ello tiene en las comunidades campesinas e indígenas.Conflictos, violencia e intimidación generados por la crianza industrial de animales en América LatinaEn América Latina, la crianza industrial de animales sigue un patrón global caracterizado por la concentración del poder en manos de pocas corporaciones multinacionales. Estas empresas, impulsadas por la creciente demanda de productos cárnicos y la búsqueda de mayores ganancias, expanden sus operaciones en la región, aprovechándose de la debilidad de las regulaciones y la vulnerabilidad de las comunidades locales. Los impactos ambientales, sociales y económicos de este modelo afectan especialmente a las poblaciones campesinas.En el caso de la crianza industrial de cerdos y aves, surgen numerosos conflictos en territorios campesinos e indígenas. En México, grandes corporaciones como Kuo y Granjas Carroll (Smithfield Foods) [31] han sido acusadas de causar impactos sociales y ambientales. Estas empresas, con la complicidad del Estado, intimidan a las comunidades locales, como ocurrió en Homún, Yucatán, donde autoridades intentaron clausurar cenotes ecoturísticos de familias mayas que se oponían a sus operaciones, resultando en la criminalización de algunos de sus líderes[32], tal como se mencionó al inicio del texto.En Ecuador, las comunidades indígenas Tsáchilas de Santo Domingo llevan más de 20 años denunciando la contaminación de sus ríos por parte de PRONACA[33], una de las principales productoras de carne de cerdo y pollo del país. La empresa, de origen ecuatoriano y guatemalteco, se instaló en territorio Tsáchila sin realizar la consulta previa[34], violando los derechos colectivos. Como resultado, la contaminación del agua y el suelo ha afectado gravemente la agricultura local y la salud de las familias de las comunidades Tsáchilas.En Bolivia, las comunidades campesinas e indígenas de Toco exigen el cierre de una granja de cerdos que contamina el agua y perjudica la agricultura, base de la economía regional[35]. A pesar de las denuncias, las autoridades no han sancionado a la empresa, lo que revela la influencia que esta ejerce sobre los distintos niveles de gobierno.En El Salvador, en julio de 2024, las comunidades campesinas de Suchitoto solicitaron la prohibición de las granjas industriales de aves debido a la contaminación y a la competencia desleal que estas representan para los pequeños criadores locales, quienes no pueden igualar los precios de las corporaciones cárnicas[36].En Chile, Agrosuper, una de las mayores agroalimentarias del país, ha estado en conflicto con los habitantes de Freirina, en la región de Atacama. En 2012, la empresa instaló una de las mayores granjas industriales de cerdos[37] de Sudamérica[38]. Los problemas surgieron debido a los hedores y la contaminación emanados de la planta que afectaron la vida cotidiana de la población, quienes sufrieron problemas de salud y se vieron obligados a cerrar sus hogares para evitar la invasión de moscas. La movilización de la comunidad logró que la planta fuera clausurada, y como consecuencia, las autoridades ambientales chilenas desarrollaron la primera norma de olores del país para regular la contaminación en instalaciones porcinas[39].En Argentina, los brotes de gripe aviar han obligado a las corporaciones avícolas a sacrificar cientos de miles de pollos[40]. Estos brotes están vinculados a las condiciones de hacinamiento en las granjas industriales, lo que también ha afectado a pequeños criadores locales debido a la cercanía entre las granjas y sus chacras.Por otro lado, la mayor productora de carne de vacuna del mundo, la brasileña JBS, ha sido acusada de promover la expulsión de miles de campesinos, campesinas e indígenas, quienes han abandonado sus territorios debido al miedo y amenazas impuestas por usurpadores y ganaderos[41] que se están apoderando ilegalmente de tierras comunales y áreas de conservación en el estado de Rondonia. La empresa también ha sido señalada por comprar carne a productores que emplean mano de obra en condiciones de esclavitud.[42]Reflexiones finalesLa expansión de la producción industrial de carne en América Latina ha desencadenado una grave crisis socioambiental. Este modelo, al reemplazar los sistemas alimentarios tradicionales y desplazar a comunidades indígenas y campesinas, ha provocado la pérdida de biodiversidad, la contaminación de ecosistemas y la degradación de suelos. Las megagranjas, caracterizadas por el uso intensivo de agroquímicos y antibióticos, contaminan fuentes de agua y afectan la salud de las poblaciones locales. Los conflictos por la tierra, cada vez más violentos, han aumentado, criminalizando a quienes defienden sus territorios. Esta crisis ha profundizado las desigualdades sociales y generado una emergencia sanitaria y ambiental, especialmente en el Sur Global, donde las comunidades más vulnerables son las más afectadas, perdiendo sus medios de vida y su identidad cultural.El respaldo gubernamental a estas industrias perpetúa un modelo de producción insostenible e injusto. Las políticas públicas favorecen a las grandes corporaciones, mientras las regulaciones ambientales son insuficientes o no se aplican adecuadamente. A pesar de enfrentar amenazas y violencia, las comunidades afectadas han resistido con fuerza. Un ejemplo es la comunidad maya de Homún en México, que logró detener la expansión de una megagranja en su territorio, lo que subraya la importancia de fortalecer los derechos de consulta previa y promover una agricultura local sostenible.La creciente demanda mundial de carne, impulsada por el Norte Global, ha intensificado la cría industrial en América Latina, contribuyendo a la deforestación y al cambio climático. Esta situación ha afectado a los pequeños productores locales y ha agravado la crisis ambiental global. Frente a esta realidad, las comunidades campesinas e indígenas exigen el fin de la expansión de granjas industriales y los subsidios a la industria cárnica, reclamando el respeto a sus derechos colectivos y la implementación de políticas que refuercen la soberanía alimentaria.Como alternativa, estas comunidades proponen la crianza campesina a pequeña escala, que ofrece un modelo más saludable y sostenible. Para que esta opción sea viable, es necesario apoyar a los pequeños productores mediante políticas públicas que garanticen acceso a tierras, agua limpia, crédito y mercados locales. Además, se requiere una reforma legal que proteja a estos productores, evite su criminalización y promueva un entorno regulatorio favorable. Con incentivos gubernamentales, tecnología y el reconocimiento de sus derechos, esta alternativa puede consolidarse como un modelo sostenible que refuerce la seguridad alimentaria y el desarrollo rural.Información adicional sobre el tema: Declaración de Quito frente al extractivismo de la producción industrial de animales¡Ni una fábrica de cerdos más! Defendamos el agua y el territorio ante la expansión de las mega fábricas de cerdos en AméricaLos bancos públicos de desarrollo reunidos en Cartagena no pueden maquillar de verde su apoyo a la agricultura destructivaFoto de portada: Farm Watch - Flickr [1] El Economista, “Anulan autorización ambiental de megagranja porcícola en Yucatán”, 2024. https://www.eleconomista.com.mx/estados/Anulan-autorizacion-ambiental-de-megagranja-porcicola-en-Yucatan-20240215-0096.html[2] Fanny Miranda, “Juez determina mantener cerrada mega granja de cerdos en Homún, Yucatán”, 2022. https://www.milenio.com/politica/yucatan-determinan-mantener-cerrada-mega-granja-cerdos-homun[3] Arturo Contreras, “Las amenazas no detendrán la defensa de los cenotes en Homún, advierte comunidad”, 2022. https://piedepagina.mx/las-amenazas-no-detendran-la-defensa-de-los-cenotes-en-homun-advierte-comunidad/[4] Fanny Miranda, “Juez determina mantener cerrada mega granja de cerdos en Homún, Yucatán”, 2022. https://www.milenio.com/politica/yucatan-determinan-mantener-cerrada-mega-granja-cerdos-homun[5] Karen Hudlet, “Agroextractivismo, cambio climático y resistencia del pueblo maya en la Península de Yucatán”, 2022. https://revistacomun.com/blog/agroextractivismo-cambio-climatico-y-resistencia-del-pueblo-maya-en-la-peninsula-de-yucatan/[6] Acción Ecológica, “El monopolio de la industria de la carne y la crianza intensiva en el Ecuador y en la región latinoamericana”, 2022. https://www.biodiversidadla.org/Documentos/El-monopolio-de-la-industria-de-la-carne-y-la-crianza-intensiva-en-el-Ecuador-y-en-la-region-latinoamericana[7] Elizabeth Bravo, “Normas sanitarias, inocuidad alimentaria y producción campesina”, 2018. https://grain.org/e/5890[8] Karen Hudlet, “¡Ni una fábrica de cerdos más! Defendamos el agua y el territorio ante la expansión de las mega fábricas de cerdos en América”, 2023. ¡Ni una fábrica de cerdos más! Defendamos el agua y el territorio ante la expansión de las mega fábricas de cerdos en América | Biodiversidad en América Latina (biodiversidadla.org)[9] FAO, “World Food and Agriculture – Statistical Yearbook”, 2023. https://openknowledge.fao.org/handle/20.500.14283/cc8166en[10] FAO, “World Food and Agriculture – Statistical Yearbook”, 2023. https://openknowledge.fao.org/handle/20.500.14283/cc8166en[11] FAO, “World Food and Agriculture – Statistical Yearbook”, 2023. https://openknowledge.fao.org/handle/20.500.14283/cc8166en[12] GRAIN, “La enorme industria de la carne crece por el Sur”, 2011. https://grain.org/e/4092[13] Björn Ólafsson, “Qué son los subsidios agrícolas y por qué son importantes”, 2023. https://sentientmedia.org/es/que-son-los-subsidios-agricolas-y-por-que-son-importantes-explicado/[14] FAO, “World Food and Agriculture – Statistical Yearbook”, 2023. https://openknowledge.fao.org/handle/20.500.14283/cc8166en[15] OCDE- FAO, “Perspectivas Agrícolas 2021 – 2030”. https://www.oecd.org/es/publications/ocde-fao-perspectivas-agricolas-2021-2030_47a9fa44-es.html[16] Heinrich Böll Stiftung y Amigos de la Tierra, “Atlas de la carne”, 2022. https://www.tierra.org/wp-content/uploads/2022/02/atlas-carne.pdf[17] Carballeira Braña, C. 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