En junio de 2024, barricadas e incendios cundieron en las calles de la pequeña ciudad de Tiaret en Argelia. Después de semanas sin agua debido a una sequía grave y prolongada, la gente de Tiaret estaba harta de la falta de respuesta del gobierno. En el campo, la situación era igualmente desesperada. Las fincas en la parte occidental del país, que contribuyen de manera importante a la producción nacional de trigo, veían cómo los cultivos se marchitaban debido a la falta de lluvia y a los acuíferos secos.Se espera que la situación empeore aún más en Argelia y todo el norte de África. La región padece de manera aguda los efectos combinados del aumento del calor extremo, la sequía y la aridez, con proyecciones de que las temperaturas aumentarán de manera realmente severa, llegando a los 2.6°C en 2065. Esto tendrá un impacto dramático sobre la agricultura y el pastoreo, agravando la ya masiva dependencia de la región frente a las importaciones de alimentos. Argelia, por ejemplo, importa cerca del 75% de sus cereales, más de la mitad de la leche y casi todas las materias primas usadas en la industria de los alimentos para producir aceite comestible y azúcar.Ante esta situación, el gobierno argelino, al igual que varios de sus vecinos, ha respondido desarrollando la agricultura a gran escala hacia el sur, en el desierto del Sahara. Este enfoque implica la construcción de grandes fincas, irrigadas con reservas subterráneas de agua. La idea no es nueva. Desde la década de 1930 se han intentado este tipo de proyectos de riego en el desierto argelino, con resultados dispares y algunos impactos ambientales de largo plazo. Pero ahora el gobierno está decidido a hacerlos funcionar mediante el partenariado con empresas de agronegocios extranjeras.Con el ambicioso objetivo de convertir un millón de hectáreas de desierto en tierras de cultivo, durante la última década las autoridades de Argelia han firmado numerosos acuerdos con compañías extranjeras y con algunas locales (ver Tabla). Estos contratos incluyen concesiones de vastas extensiones de tierra, así como incentivos y apoyo financiero por parte del Estado argelino. En 2022, el gobierno lanzó una plataforma digital para los inversionistas del sector agrícola y aprobó una ley de inversiones que ofrece aún más apoyos a las compañías extranjeras. Las inversiones extranjeras llegaron rápidamente, pero no está claro si esto mejorará la seguridad alimentaria del país, especialmente a largo plazo.El proyecto más grande es un contrato por 3 mil 500 millones de dólares estadounidenses con Baladna, la compañía de lácteos más grande de Catar. Anunciado en julio de 2024, prevé la producción de forraje y la cría de 280 mil cabezas de vacuno en 117 mil hectáreas en la provincia de Adrar. La extensión total del proyecto es diez veces más grande que la megagranja de lácteos de Baladna en Catar, de la que se inspira. Ha sido presentada como una contribución para reducir la dependencia de Argelia de la leche importada, especialmente la leche en polvo.Pero la granja necesitará más de 1 700 millones de metros cúbicos de agua provenientes de un acuífero que no es renovable y mantendrá una alta densidad de vacas lecheras, muy probablemente importadas desde Estados Unidos[1]. Además, aunque los bancos de Argelia y el Fondo Nacional de Inversiones de Argelia aportarán tres cuartas partes de los fondos para el proyecto, la administración y la junta de dirección está controlada por la empresa catarí a través del 51% de participación accionarial. Baladna es una “compañía estratégica” para el gobierno catarí y su principal prioridad es la seguridad alimentaria de su país, no las necesidades alimentarias de Argelia. Si bien ambas partes hablan públicamente de la seguridad alimentaria de Argelia, la empresa promete a sus inversionistas un "importante retorno de la inversión".Siguiendo esta tendencia de grandes explotaciones agrícolas en el Sahara, otro proyecto importante involucra a Bonifiche Ferraresi (BF), una empresa italiana de alimentos y agronegocios, integrada verticalmente y con fincas en todo el mundo. Se le entregó una primera concesión de alrededor de 900 hectáreas en la provincia de Ouargla y luego una segunda de 36 mil hectáreas en Timimoun. La empresa cultivará trigo, lentejas y frijoles y construirá una fábrica de pastas. El gobierno argelino se ha comprometido a concederle permisos para perforar pozos de riego. La compañía que administra el proyecto, BF El Djazair Spa, es una empresa conjunta propiedad en un 51% de BF y en un 49% del Fondo Nacional de Inversión argelino, con los costos distribuidos proporcionalmente entre ambas partes. Este proyecto también se presenta como una iniciativa de seguridad alimentaria para Argelia. Pero para BF forma parte de un plan de expansión más grande para establecer fincas fuera de Italia y suministrar trigo a sus plantas de pasta y cuscús. Esta corporación controla 42% de la empresa de semillas italiana SIS, lo que le da derechos exclusivos sobre cientos de variedades. Entre ellas se incluye el trigo “Capelli”, originado originario del norte de África, y particularmente apreciado en la producción de pasta italiana. Dado que el proyecto en el desierto argelino es parte del Plan Mattei del gobierno italiano (ver Recuadro), 30% de su producción será destinada a Italia.Ejemplos de megaproyectos agrícolas en el desierto de ArgeliaEmpresa (país de origen)Extensión(Hectáreas)Costo del proyecto (millones de dólares)Detalles del proyectoAl Rayyan (Catar)1 811Plan para desarrollar un área agrícola con sistema de riego en Hassi El F’hel.Atlas Group (Estados Unidos – Turquía)11 000La compañía recibió en 2018 tierras por 40 años en Ouargla para cultiva trigo, legumbres y remolacha azucarera.Baladna (Catar)117 0003 500El contrato anunciado en julio de 2024 implementará cultivos para alimentación animal y la crianza de 280 mil cabezas de ganado en la provincia de Adrar.Bonifiche Ferraresi – Grupo BF (Italia)36 000455El contrato incluye producir trigo, lentejas y frijoles en 35 mil 450 hectáreas en la provincia de Timimoun y dedicar el resto a una fábrica de pastas.Cosider y Sonatrach (Argelia)9 000El proyecto agrícola está localizado en El-Hadjira.Dunaysir – Dekinsan Group (Turquía)4 00025El objetivo es la producción de cereales y alfalfa en Adrar, parte de la cual será exportada a otros países africanos.Dutafic (Argelia) en sociedad con una compañía Saudí20 00090Proyecto agrícola en El-Mehareg El-Homr para producir trigo e instalar una megagranja lechera con capacidad para 2 mil vacas. También se ha considerado la posibilidad de expandir el proyecto en otras 8 mil hectáreas.Souakri (Argelia)1 000750Basado en una sociedad con empresas holandesas, el proyecto incluye grandes invernaderos (de hasta 10 hectáreas) en El Meghaier para la producción de tomates destinados hacia la Unión Europea y el Medio Oriente. Las semillas son importadas desde Holanda.Datos recopilados por GRAIN desde fuentes de las empresas y medios de comunicación.Un escenario similar se está desarrollando en Egipto, el mayor importador mundial de trigo. Una de las iniciativas piloto del Plan Mattei en el país incluye la participación de BF en la producción en Dabaa de trigo, soja, maíz y girasol en 15 mil hectáreas.Con el pretexto de superar la dependencia alimentaria y aumentar la exportación de productos agrícolas, el gobierno dio inicio al proyecto “Futuro de Egipto”, con el objetivo de convertir 1 millón 600 mil hectáreas en tierras de cultivo. La iniciativa ha generado muchas críticas, especialmente por la falta de transparencia en su gestión por parte del ejército. Estos nuevos cultivos serán regados mediante la utilización de acuíferos no renovables, en un país donde el déficit de agua ya es de 7 mil millones de metros cúbicos. Además, la estrategia de aumentar las exportaciones en más de 30% entre 2021 y 2023 no ha evitado que la tasa de inflación en los precios de los alimentos esté entre las más altas del mundo.Al igual que en Argelia, las políticas agrícolas de Egipto favorecen a los inversionistas extranjeros. Mientras se le restringe a gente del campo la posibilidad de cultivar arroz para conservar las aguas del Nilo, el gobierno concede derechos de tierras y de aguas a las corporaciones. Esto también atrajo a Baladna, que firmó un contrato por mil quinientos millones de dólares para desarrollar una megagranja de 20 mil vacas en 113 mil hectáreas en la gobernación del Nuevo Valle.Desde hace algún tiempo, otros inversionistas del Golfo han sido atraídos por las tierras de cultivos de Egipto. Según Alternative Policy Solutions, compañías sauditas y emiratíes poseen hasta un 5% del total del área cultivada. A pesar de sus promesas de aumentar la producción alimentaria del país, les interesan particularmente los cultivos de exportación. Por ejemplo, la corporación de agronegocios de los Emiratos Árabes Unidos, Al Dahra, está entre las 10 principales exportadoras de cítricos de Egipto. Estas empresas a menudo se centran en producir materias primas para las cadenas de abastecimiento de sus propios países. Por ejemplo, la producción de forrajes verdes en Arabia Saudita ha sido prohibida desde 2018, debido a la escasez de agua, lo que le ha convertido en uno de los principales importadores de alfalfa egipcia, junto con los Emiratos Árabes Unidos.El proyecto Toshka, ubicado en el desierto egipcio, ofrece un buen ejemplo de la expansión de la producción de alfalfa. Financiado inicialmente por una donación de los Emiratos Árabes Unidos de 100 millones de dólares, incluye un canal principal que utiliza una décima parte de la cuota de agua del Nilo destinada a todo el país. Se estima que tanto Al Dahra como la compañía saudí Al Rajhi International for Investment controlan la mitad de las 170 mil hectáreas que cubre el proyecto Toshka. El acceso de estas compañías a las tierras ha estado plagado de numerosas irregularidades, ilustrando hasta qué punto los inversionistas extranjeros son favorecidos por el gobierno egipcio. Por ejemplo, una demanda legal contra Al Dahra fue presentada por el Centro Egipcio para los Derechos Sociales y Económicos ante el despilfarro flagrante de fondos públicos y la compra de tierras estatales a un precio de 3 dólares por feddan[2], cuando el precio promedio era de 647 dólares. Estas empresas también han sido acusadas de violar cláusulas contractuales que restringen la producción de alfalfa a proporciones más pequeñas de tierra para conservar los recursos hídricos y de pagar el agua de riego a precios inferiores a los del mercado.Campesina de la comunidad de Skoura, Marruecos. Por la Red SIYADAUn oasis para los agronegociosMarruecos es otro país del norte de África que está vendiendo sus escasos recursos hídricos a los agronegocios extranjeros, bajo el pretexto de la seguridad alimentaria cortoplacista. El “Plan Marruecos Verde”, iniciado en 2008, promueve la agricultura a gran escala, habiendo concedido ya más de 112 mil hectáreas a grandes inversionistas, además de ofrecer exenciones de impuestos y subsidios. Marruecos, conocido como uno de los principales proveedores de tomates para la Unión Europea, también se ha convertido en un gran exportador de frutas, ocupando el lugar 15 en el mundo en términos de valor, gracias a la expansión de cultivos como los berries, sandías, aguacates y cítricos,Estos procesos han sido perjudiciales sobre todo para el campesinado, quienes enfrentan un acceso reducido a las aguas de riego y a menudo no tienen otra opción que aceptar y participar en la agricultura por contrato con las corporaciones. En los oasis cerca de Zagora, por ejemplo, la producción de sandías para exportación agravó las condiciones de sequía, provocando "revueltas de la sed" en 2017 y 2018. La situación es aún peor en el Souss Massa, donde los inversionistas extranjeros están presentes desde hace más de una década. En esta región, los invernaderos que cubren 20 mil hectáreas producen hortalizas y frutales, agotando las reservas de agua subterránea de manera tan severa que el gobierno tuvo que instalar una planta desaladora. Para el campesinado local, el agua proveniente de esta planta es muy cara, y solo grandes corporaciones como Azura, la productora francesa de tomates, pueden permitírsela a largo plazo.En medio de una prolongada sequía de seis años, cada vez más voces críticas denuncian la inviabilidad del modelo marroquí. La seguridad alimentaria tampoco ha mejorado en el país, que sigue importando alimentos y se ha convertido en el sexto importador mundial de trigo. Sin embargo, el gobierno está promoviendo activamente la inversión local y extranjera en tierras de cultivo en todo el país como parte de su plan “Generación Verde”, el cual tiene por objetivo duplicar las exportaciones en 2030. Esta iniciativa también se extiende al Sahara Occidental ocupado, lo que podría intensificar su explotación y sometimiento.La urgencia de cambiar el rumbo hacia la soberanía alimentariaLa dependencia generalizada de las importaciones de alimentos en el norte de África es el resultado de décadas de políticas neoliberales. Éstas han sido impuestas mediante los programas de ajuste estructural del Banco Mundial y del FMI, así como por acuerdos comerciales, particularmente con la Unión Europea. Estas políticas priorizaron la producción de cultivos de exportación de alta demanda hídrica y disminuyeron la producción local. A pesar del evidente fracaso de estas estrategias y de la aguda crisis der deuda que han generado, los gobiernos de la región continúan con las mismas políticas. Ejemplos recientes incluyen el préstamo de 8 mil millones de dólares del FMI a Egipto y el recién firmado Tratado de Libre Comercio Continental Africano (AfCFTA). Mientras estos acuerdos ya posicionan a la región como un destino atractivo para nuevas inversiones en agroindustria, corren el riesgo de marginar aún más a las comunidades que viven de la agricultura a pequeña escala, la pesca artesanal y la ganadería de pastoreo. Aumentará también la dependencia de la región frente a las importaciones de alimentos.No obstante, este giro hacia los agronegocios enfrenta resistencia en toda la región. Por ejemplo, están ganando fuerza las iniciativas locales de apoyo a los sistemas alimentarios, como las cooperativas campesinas (Ta'adoudya) basadas en la solidaridad y la colaboración con los mercados locales. Aunque enfrentan una fuerte represión, los sindicatos de trabajadoras y trabajadores agrícolas también se están organizando en contra de la explotación laboral por parte del agronegocio. Para estos grupos, muchos de los cuales son parte de movimientos como La Via Campesina y la red Red Norteafricana por la Soberanía Alimentaria, las soluciones a la dependencia alimentaria y a la embestida de la crisis climática están en apoyar la producción local de alimentos y la agroecología, así como en la urgente reversión de las políticas neoliberales y de la agricultura corporativa.El Plan MatteiEl recientemente aprobado Plan Mattei es parte de la política anti-inmigración del gobierno italiano de ultra derecha. Se presenta como un proyecto para acelerar el desarrollo económico de los países africanos con el objetivo de que su población no tenga que emigrar a Europa, aunque menos de un tercio de los migrantes “ilegales” en la Unión Europea provienen de África.El interés principal no declarado del Plan Mattei es crear nuevas oportunidades de negocios en África para las corporaciones italianas y convertir a Italia en un centro europeo para las importaciones de materias primas africanas. El gobierno italiano afirma que entregará cerca de 6 mil millones de dólares al plan, incluyendo garantías para los proyectos. La mitad del financiamiento proviene del Fondo Italiano para el Clima, lo cual ha generado dudas acerca de cómo se distribuyen los recursos, dado que empresas de combustibles serán beneficiadas. El resto del presupuesto provendrá de otros mecanismos tales como: fondos de cooperación para el desarrollo, plataformas de inversión conjunta público-privada, operaciones de permutas de deuda-por-desarrollo y apoyo público proveniente del banco de desarrollo italiano Cassa Depositi e Prestiti (CDP), el Banco Africano de Desarrollo y otros bancos.El Plan Mattei inició con varios proyectos piloto, algunos en etapa de planificación y otros que ya están siendo implementados en el norte de África (Egipto, Túnez, Marruecos y Argelia) y en el África Subsahariana (Kenia, Etiopía, Mozambique, República del Congo y Costa de Marfil). Aunque cubren diversos sectores, una de las razones por las que fueron seleccionados estos países es el interés de Italia por sus recursos energéticos, ya sea los combustibles fósiles o energías “renovables” como hidrógeno verde o azul y agrocombustibles. La compañía petrolera italiana ENI es un protagonista importante en esta iniciativa.La agricultura es uno de los seis pilares del Plan, y se centrará en desarrollar “cadenas agro alimentarias” y agrocombustibles mediante partenariados con compañías italianas. Aquí, nuevamente, ENI, cuyo plan es producir un cuarto de sus agrocombustibles a partir de cultivos producidos principalmente en África, será la principal beneficiaria. Un informe reciente elaborado por Transport & Environment documenta el fracaso de los proyectos de agrocombustibles de ENI en Kenia y República del Congo, así como su impacto negativo en las comunidades.Una de las compañías de agronegocios que aparece constantemente en el Plan Mattei es el Grupo BF. En noviembre de 2024 firmó un memorando de entendimiento con Leonardo, una empresa parcialmente de propiedad del gobierno italiano que provee equipo militar a Israel. El acuerdo incluye el desarrollo de proyectos agro industriales en el sur global, incluyendo países propuestos por el Plan Mattei. El rol de Leonardo es aportar tecnologías digitales y satelitales para monitorear cultivos, suelos y recursos de agua.Imagen de portada: Tierras con sistema de riego en Toshka, Egipto. Por Terje Tvedt[1] Según Baladna, la producción proyectada de la granja es de 1 700 millones de litros de leche por año (https://baladna.com/en/baladna-qpsc-signs-an-agreement-with-the-algerian-ministry-of-agriculture). En promedio, se requieren 1 020 litros de agua para producir un litro de leche (https://www.waterfootprint.org/resources/Mekonnen-Hoekstra-2012-WaterFootprintFarmAnimalProducts_1.pdf).[2] Un feddan es una unidad de superficie igual a 0.42 hectáreas y es usada in Egipto, Sudán del Sur, Sudán, Siria, y Omán.