GRAIN La crisis de la gripe aviar se agrava. Hace un año, cuando los gobiernos estaban obsesionados con enviar equipos de observación a los humedales y la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señalaba con su índice acusador a la abundante cría familiar de aves de corral en Asia y África, GRAIN y otros grupos destacaban que eran la cría industrial en gran escala y el comercio mundial avícola quienes estaban diseminando la gripe aviar – no las aves silvestres ni los animales de corral. Actualmente esto ya es de conocimiento popular, aun cuando se está haciendo poco por controlar el origen industrial del problema y los gobiernos todavía siguen circulando vergonzosamente la teoría de las aves silvestres para eludir su responsabilidad. Hace apenas unas pocas semanas, las autoridades de Moscú responsabilizaron a las aves migratorias por un estallido cerca de la ciudad – en pleno invierno ruso. No obstante, cada vez más se hace visible una dimensión más siniestra de la crisis de la gripe aviar. El año pasado advertíamos que la gripe aviar estaba siendo utilizada para imponer los intereses de las grandes empresas, poniendo en peligro el sustento y la salud de millones de personas. Actualmente, más que nunca, la agroindustria utiliza la tragedia para consolidar sus cadenas de alimentos – donde dominan desde la granja hasta la fábrica y el supermercado –, criminalizando la competencia a pequeña escala mientras las compañías farmacéuticas socavan las buenas intenciones invertidas en la base de datos mundial de muestras de gripe para lucrar con la desesperación de mercados de vacunas cautivos. Dos organismos de las Naciones Unidas – la FAO y la Organización Mundial de la Salud (OMS) – están en el centro de esta historia, utilizando su prestigio internacional, el acceso que tienen a los gobiernos y el control que detentan sobre el flujo de donaciones, para imponer los intereses empresariales. La masacre del sector avícola en pequeña escala Las autoridades encargadas de hacer frente a la gripe aviar finalmente reconocen el papel que desempeña el comercio avícola en la diseminación del virus. Estaban en deuda hacía tiempo. El primer brote de gripe aviar en el sudeste asiático – Vietnam, Tailandia, Camboya, Laos e Indonesia – ocurrió en establecimientos industriales cerrados, de producción intensiva. Pero nunca se hicieron investigaciones exhaustivas para averiguar por qué la enfermedad se manifestó en esas fábricas y cómo se diseminó posteriormente de allí a otros lugares. Lo mismo ocurrió en Turquía y Egipto, donde se condenó rápidamente a las aves silvestres y de corral, mientras que las empresas avícolas, que abastecían a los mercados y a los productores "caseros" con aves cuando la enfermedad se propagó a toda la industria, quedaron indemnes. Incluso en Corea del Sur, donde saludables aves de corral vagabundean por las proximidades de los establecimientos avícolas afectados por la enfermedad, las autoridades están obsesionadas con el papel que puede caberles a las aves silvestres. Fue recién en el Reino Unido que el pasado mes de febrero se hizo trizas el mito de que las grande empresas avícolas son "bioseguras" y se descorrió el velo que ocultaba las diversas formas en que la gripe aviar se disemina a través de la industria avícola transnacional. Los funcionarios gubernamentales responsabilizaron en un principio a las aves silvestres por el brote de la enfermedad en un gran establecimiento industrial del gigante avícola Bernard Matthews, y la empresa descartó los informes de prensa que hablaban de un posible vínculo con sus explotaciones en Hungría, diciendo que las mismas estaban lejos de la zona en que la gripe aviar había estallado recientemente en ese país. Pero las explicaciones se vinieron abajo cuando un inspector estatal encontró en las instalaciones de la compañía británica una envoltura que demostraba que, previo a la aparición de la enfermedad, en la fábrica británica se había utilizado carne proveniente de un matadero de Hungría ubicado en una zona infectada de gripe aviar. Aun así, en el epicentro asiático de la crisis el mensaje a los criadores de aves sigue siendo: "Háganse grandes, realmente grandes, o salgan del negocio". En 2006, Vietnam, en el marco de un programa oficial conjunto con las Naciones Unidas, trazó un plan de diez años para, según palabras del Ministro de Agricultura, convertir a su sector avícola "en una industria moderna a gran escala en términos de cría, faena y consumo". El gobierno comenzó por prohibir la cría de aves en centros urbanos, poniendo fin a cientos de emprendimientos familiares. Luego se pusieron en vigor nuevas reglamentaciones sobre el comercio y la faena de aves de corral en zonas residenciales. Los mercados y establecimientos avícolas en pequeña escala fueron clausurados, y los sitios de faena se trasladaron a unas pocas instalaciones autorizadas en los alrededores de las ciudades. En la ciudad de Ho Chi Minh, más de 200 mercados locales vendían pollos antes de la crisis de la gripe aviar; actualmente sólo se puede vender pollo legalmente únicamente en los supermercados o en “puntos de venta” de establecimientos industriales. El número de lugares de faena en la ciudad se redujo de 50 a tres. Los cambios son devastadores para los pequeños productores porque los supermercados y los nuevos sitios de faena venden únicamente aves que estén certificadas conforme a las normas con las cuales los pequeños productores no pueden cumplir. Las tres o cuatro empresas que controlan la producción avícola industrial de Vietnam no solamente se apropian de mercados urbanos cautivos sino que para ampliar sus actividades de producción y faena también disponen de una fuerza de trabajo barata, que son los campesinos desplazados. La reestructura se está convirtiendo en una bendición para la empresa que probablemente fue quien introdujo por primera vez la gripe aviar en Vietnam. “Charoen Pokphand (CP) logrará convertir una crisis en una oportunidad de desarrollo”, afirma Sooksunt Jiumjaiswanglerg, presidente de CP Vietnam Livestock. El gigante multinacional con sede en Tailandia, que abastece a las cadenas de comida rápida de Asia, como KFC, controla alrededor del 80 por ciento de la producción avícola industrial vietnamita y anticipa que su crecimiento en el país ascenderá al 30 por ciento anual. Dentro de Vietnam, CP es el principal proveedor de la cadena de supermercados BigC, de propiedad francesa, y está en vías de abrir más de 100 tiendas CP Fresh Mart y 200 o 300 puestos de pollo asado CP. Sin embargo, en una nación donde se estima que el 80 por ciento de la producción avícola del país estuvo por lo menos hasta hace poco en manos de productores en pequeña escala y más del 70 por ciento de los hogares vietnamitas crían aves de corral, no es de extrañar que numerosos productores independientes hagan la suya y produzcan ilegalmente. En una entrevista efectuada por IPS News a Phan Anh Tam, un productor de patos independiente y a pequeña escala de la provincia de Tay Ninh, en el suroeste de Vietnam, cuyos animales fueron escogidos cuando el brote de 2003, explicó que no había tenido más remedio que quebrantar las nuevas leyes y seguir criando aves. “Si las matan, estarán matando a mis hijos, porque estos patos son la forma que tengo de alimentarlos”, declaró el padre de cinco hijos. A pesar de su condición de “expertos”, quienes intentan ilegalizar la cría doméstica de aves no actúan a partir de evidencias probadas. El único estudio evaluado por pares para comparar los riesgos de las granjas familiares con los de las explotaciones industriales, basado en datos de los estallidos de gripe aviar en Tailandia en 2004, reveló que “las aves de corral tienen un riesgo de infección [de gripe aviar] significativamente más bajo comparado con las actividades a escala comercial de pollos para asar o gallinas ponedoras o codornices. Ni los “expertos” ni los funcionarios de gobierno siguen su consejo para responder a las necesidades de la vasta mayoría de la gente afectada. Si la gente desafía las órdenes de matar sus aves no es porque no comprenda los peligros potenciales de la enfermedad sino porque está en juego su sustento y, compensada o no, no puede comprar en los supermercados. Esta es una de las principales razones por las cuales a la FAO y a la industria les cuesta mucho imponer criterios armonizados. Tailandia actuó principalmente para proteger a su industria de exportación, de manera que evitó la vacunación y se concentró en el sacrificio selectivo en masa y la reestructura. China y Vietnam ignoraron las indicaciones internacionales y se decidieron por la vacunación generalizada. Otros países, como Nigeria, están pedaleando en el agua, luchando por imaginar cómo complacer a los donantes y a la industria sin desencadenar una revuelta entre las masas cuyo sustento y seguridad alimentaria depende de sistemas tradicionales de producción avícola. Problemas con la receta en Indonesia Las cosas son particularmente difíciles en Indonesia, donde la gripe aviar causa los mayores estragos. Por un lado, el gobierno central intenta apaciguar a los donantes y a la gran empresa siguiendo los ejemplos de Vietnam y Tailandia. Exhortó a realizar un sacrificio selectivo de aves en gran escala y la prohibición de la tenencia de aves vivas, que entró en vigor el 1º de febrero de 2007 en Yakarta y las otras nueve provincias donde la gripe aviar está más arraigada. El Ministro de Salud Siti Fadilah Supar incluso declaró que las prohibiciones pronto abarcarían a todo el archipiélago. Entre bambalinas, la industria, el gobierno y los organismos de las Naciones Unidas están elaborando nuevas reglamentaciones para la cría, faena y venta al público de aves. En una clara señal de lo que está por venir, Yakarta ya designó sitios para la reubicación de los establecimientos de faena, instalaciones de almacenamiento y mercados avícolas. Utilizando palabras que bien hubieran podido ser expresadas por su contraparte vietnamita, el Ministro de Agricultura Anton Apriyantono dijo a los periodistas que “Las granjas avícolas deberán finalmente integrarse a los establecimientos de faena avícolas”. Por otro lado, el gobierno deja intocada a la gran industria. Para las granjas comerciales en gran escala - donde, a pesar de sus incesantes negativas la gripe aviar continúa siendo un problema - todo es voluntario. Peor aún, el gobierno y el público no pueden hacer mucho más que “aceptar” lo que la industria les dice porque todavía existe una ley que impide las inspecciones a las granjas industriales sin la autorización de la empresa. Si esa ley existiera en el Reino Unido, nunca hubiéramos conocido el origen del gran brote que acaba de sufrir ese país. Por supuesto, las medidas verticales del gobierno indonesio están totalmente fuera de sintonía con las vidas cotidianas de la gente. Es por eso que tantas personas simplemente las ignoran. De ahí que el gobierno recurra con tanta frecuencia a los militares para que repriman y le hagan el trabajo. En Yakarta, menos de un día después de que la prohibición entrara en vigor, casi en todos lados podía comprarse nuevamente aves vivas. “Las prácticas tradicionales de cría de aves están profundamente arraigadas en nuestra cultura y son fundamentales para el sustento de la gente”, explica Riza Tjahjadi, de la Fundación indonesa Biotani, con sede en Yakarta. “El gobierno tiene una lucha enorme entre manos si espera que la gente abandone sus aves y mercados vecinales por los pollos congelados de los supermercados”. En efecto, la gente está comenzando a movilizarse. El 27 de febrero de 2007, Sebindo (Serikat Buruh Informal Indonesia o Sindicato Informal de Trabajadores de Indonesia) organizó una protesta durante una reunión del Partido Democrático, dirigido por el ex presidente Megawati Sukarnoputri. La protesta fue parte de la campaña de Sebindo para ofrecer información más realista al público sobre la gripe aviar y presionar al gobierno para que adopte medidas más coherentes. Responsabilizan tanto al gobierno como a los medios de difusión por crear una idea profundamente errónea del problema. Con la orden de sacrificio selectivo masivo, dicen, “la industria avícola en pequeña escala ha sido declarada enemiga y juzgada culpable”. Como resultado, el país persigue a su propio pueblo y sus tradiciones. Además, con la orden de reubicar e integrar la industria avícola, el gobierno está empujando deliberadamente al país a depender de algunas granjas industriales y de las importaciones externas, sin garantía de que alguna de las dos opciones los libre de la gripe aviar. En general, se le dice perniciosamente al país que se culpe a sí mismo, que destruya su sector avícola y sus tradiciones y en cambio dependa de la industria avícola transnacional, cuando la mejor solución, dice el sindicato, es promover una vida más sana y una bioseguridad real. Los gobiernos locales de las islas, enfrentados a la resistencia popular, también ignoran directivas centrales de Yakarta. El gobernador de Java Central, frente a las amenazas de los criadores y comerciantes de aves de organizar protestas en masa, se ha negado hasta ahora a aplicar la directiva central de prohibir y sacrificar las aves de corral de las familias haciendo referencia a los impactos sobre la seguridad alimentaria de la población. En Yogyakarta, el parlamento provincial tiene que discutir con veterinarios, productores y estudiantes del Foro Peduli Perunggasan Indonesia (Foro de Interés para los Criadores Avícolas Indonesios), que protestan por sus medidas en rechazo a la política de sacrificio en masa y en apoyo a la cría doméstica de aves y a la diversidad avícola. Sin duda que el agronegocio sufre, por lo menos en el corto plazo, cuando la gripe aviar estalla. Pero, ya sea en Indonesia o en Rusia, en India o Egipto, los gobiernos y los diversos organismos internacionales han venido rápidamente en defensa de la industria y han logrado convertir la crisis de la gripe aviar en una oportunidad para que las empresas más grandes consoliden su control en el largo plazo. Esas empresas, desde CP en Tailandia hasta Tyson en los Estados Unidos, han trabajado firmemente para asegurar que esto ocurra. En octubre de 2005, las mayores empresas avícolas mundiales se unieron para formar el Consejo Internacional Avícola, para defender urgentemente y consolidar una posición unificada sobre la política en materia de gripe aviar. También está la Comisión Internacional del Huevo – un grupo de presión con un mandato similar y una base de membresía. Ambas organizaciones tienen estatus oficial y acuerdos formales con organismos influyentes como la FAO y la Organización Mundial para la Salud Animal, que tiene influencia directa sobre la formulación de las políticas en materia de gripe aviar. Los productores y comerciantes avícolas en pequeña escala no tienen ese acceso; han quedado completamente por fuera del proceso de toma de decisiones, tanto a escala nacional como internacional, y eso se siente. La privatización de la gripe aviar: la amenaza definitiva a la salud Las mismas tensiones acosan el aspecto de la crisis de la gripe aviar que abarca la salud humana. El 9 de febrero de 2007 fue noticia que Indonesia suspendió el suministro de las muestras de virus local H5N1 (gripe aviar) a la OMS. Según se dice, el gobierno indonesio se había enterado de que una empresa australiana, CSL, sin haber realizado previamente ningún tipo de notificación o solicitud de permiso, estaba desarrollando una vacuna contra la gripe aviar a partir de muestras de virus provenientes de Indonesia que Yakarta había entregado a la OMS. En revancha, dicen, Yakarta cerró las puertas a la OMS – un símbolo mítico de cooperación internacional para luchar contra cualquier posible pandemia de gripe aviar – y en cambio realizó un acuerdo privado con una gran compañía farmacéutica estadounidense, Baxter Internacional, ya que Baxter había aceptado producir y entregar vacunas a Indonesia según las condiciones del gobierno. En todo el mundo, pero más ostensiblemente en Occidente, se condenó y denunció a Indonesia por esta medida. El gobierno fue acusado rápidamente de ser ambicioso, de estar mal encaminado, de no tener perspectivas y de actuar de manera nacionalista – como diciendo que Indonesia está obligada a darle a otros para que ellos vendan. Eso realmente cayó muy mal en Yakarta. Fue todo nuevamente como en la época colonial. A medida que se apaciguaron los ánimos y la OMS y el Ministerio de Salud de Indonesia firmaron un acuerdo de paz de relaciones públicas, resultó claro que mucha gente no había entendido bien lo que estaba ocurriendo y lo que estaba en juego. Indonesia no fue el primer gobierno en suspender el envío de muestras de virus de gripe aviar a la OMS. China ya lo había hecho antes. Además, Indonesia dejó de enviar solamente muestras físicas del virus de su territorio. No dejó de recoger materiales y enviar los datos de las secuencias a Ginebra. Claramente, Yakarta no intentaba tomar al resto del mundo como rehén; intentaba resolver un problema nacional acuciante. La cuestión para el gobierno indonesio es que necesita un suministro adecuado de vacunas para tratar la bomba de tiempo en materia de salud pública sobre la que está sentado. De todos los países, Indonesia fue el más afectado por el H5N1. El virus es endémico ahora en su población avícola; la gente continúa muriendo por su causa (el 38 por ciento del total mundial de muertes de seres humanos como consecuencia de la gripe aviar ha sido de la población indonesa), y éste es el cuarto país más populoso del mundo. Simplemente, hay mucho en juego. El gobierno ha calculado que el abastecimiento mundial de cualquier tratamiento necesariamente será limitado; que no puede y no podrá costear la mayoría de las vacunas, especialmente en la situación de penuria que ocasionaría una pandemia; y que para una mayor eficacia necesita una vacuna desarrollada a partir de cepas locales de la gripe. Al respecto, el sistema de la OMS no lleva a ninguna parte a un país como Indonesia. La organización espera que sus estados miembros envíen muestras de todos los casos aislados de gripe aviar, humanos y animales. Las muestras se guardan en cuatro centros de colaboración de la OMS, convenientemente ubicados en el mundo rico (Reino Unido, Japón, Estados Unidos y Australia), mientras que los datos son enviados a una base de datos protegida con clave, ubicada en (donde más sino) los Estados Unidos. De manera que se espera que un país como Indonesia entregue gratuitamente muestras de virus y permita que los grandes fabricantes farmacéuticos tengan acceso a la información para producir sus propios medicamentos que detentarán en calidad de propiedad privada. Esto es exactamente lo que ocurrió con CSL. Todo el desequilibrio de poder cimentado en este sistema es grotesco. Cuando Indonesia dijo “no va más” estaba diciendo “esto no es justo”. No es justo que los países pobres abastezcan de “materias primas” gratuitamente a una industria farmacéutica mundial que concentra el poder del mercado y obtiene pingües beneficios a través de privilegios monopólicos llamados patentes, especialmente cuando son los países pobres los que enfrentan los mayores problemas en materia de salud pública. Lo que Indonesia ha estado reclamando, entonces, al igual que otros países que luchan contra la crisis de la gripe aviar, como Tailandia, es que la OMS y otros les ayuden a crear la capacidad de producir sus propias vacunas por sí mismos. El patentamiento, que los países en desarrollo se ven obligados a aceptar y seguir, siempre bloquea esto. Es lo que se supone hace: ahogar (“regular”) la competencia. Es por eso que gigantes farmacéuticos como Syngenta, Novartis y Pfizer están luchando en este momento tan ferozmente en India, Tailandia y Filipinas para impedir, tanto como les sea posible, la concesión obligatoria de licencias y la fabricación de genéricos. El problema es lisa y llanamente un enfrentamiento entre estrechos intereses comerciales y el interés público más amplio. Cuando en el pasado mes de junio los países en desarrollo, dirigidos por Tailandia, intentaron cambiar el sistema de distribución de muestras de gripe aviar de la OMS de manera que quedara restringido a fines no comerciales, se les dijo rotundamente “no”. La gente ahora comienza a decir, “Bueno, sí, Indonesia tiene parte de razón. Cualquier vacuna contra una pandemia de gripe aviar debería ser compartida. Y la tecnología para producirla debería ser compartida. La gripe aviar es un problema de 'salud pública' que exige una respuesta dirigida al 'bien público'”. Eso es correcto. Y en Indonesia, grupos como el sindicato Sebindo insisten que cualquier vacuna humana contra la gripe aviar debería ser gratuita, no vendida. Pero eso no ocurrirá – o estaremos en este dilema una y otra y otra vez – a menos que se cuestione seriamente el sistema de patentes, que aporta muy poco al campo de la salud salvo enriquecer aún más a los ricos directivos de las empresas de medicamentos y sus accionistas. Mañana, cuando algún laboratorio patente el virus H5N1, seguramente lo acusarán de maldito asesino. Pero mañana será demasiado tarde. Castigando a los pobres La respuesta a la crisis de la gripe aviar se lleva a cabo como un plan de ajuste estructural. Aquí también, el gran negocio y los organismos internacionales utilizan una calamidad, fomentada por los mismos modelos que ellos introdujeron, para aumentar las ganancias de las empresas e impulsar reformas aún más profundas que aplastarán más a los pobres. Pero, en gran medida al igual que los gerentes de los tristemente famosos planes de ajuste estructural que asolaron el Sur, las autoridades que manejan la crisis de la gripe aviar también están perdiendo rápidamente legitimidad. Cada vez más personas están convencidas de que las respuestas oficiales a la gripe aviar tienen menos que ver con la salud pública y más con la política del poder. Así, gradualmente se está construyendo la resistencia local, creando tensiones entre los diversos niveles de gobierno que tienen que habérselas con la furia de su pueblo y con los organismos internacionales desde donde actúan los grupos empresariales. Es por eso también que ahora se están realizando mayores esfuerzos, incluso aplicando la fuerza militar y sanciones económicas, para imponer las órdenes centrales. Más que nunca antes se está adoctrinando a las autoridades responsables con la visión empresarial de granjas y establecimientos de faena industriales totalmente integrados que provean profusamente de aves estandarizadas para las estantes de los supermercados – y lo llaman el “Gran Pollo” por el nivel de control que se impone. La amenaza de una pandemia de gripe aviar hace que la visión se ponga en práctica de manera más acelerada y profunda de lo que hubieran podido hacerlo de no existir ese peligro. Pero el sufrimiento que esto provoca a quienes quedan aplastados por las reformas, sin mencionar los riesgos a la salud que plantea al planeta entero, es abrumador. El lado perverso de la bonanza empresarial es que está destruyendo los sistemas tradicionales avícolas y la biodiversidad avícola de la que dependen cientos de millones de personas para su sustento y seguridad alimentaria. También está eliminando las bases para encontrar una solución a largo plazo para la gripe aviar. Como hemos comenzado a ver en Indonesia y otros lados, el pueblo simplemente no tiene otra opción que resistir. Reconocimientos: Riza Tjahjahdi y voluntarios de la Fundación Biotani Indonesia ayudaron generosamente con la investigación de apoyo a este informe. El término “Gran Pollo” proviene de Wendy Orent, un antropólogo y escritor científico estadounidense.