Como en nombre del progreso troncharon el dominio del frescor y la verdura: desgajaron la copa milenaria y arruinaron el vuelo del jaguar y el ignoto semblante del quelonio Como en beneficio de un puñado de bárbaros quemaron naciones enteras de saltamontes y mariposas y se bebieron todas las aguas con divisiones criminales de tractores Como no les importó que al bosque sucediera una pelada llanura si con ello se abultaban sus bolsillos Como no tuvieron inconveniente en envenenar el cielo y colocar más allá del cielo los huevos latentes de la última de todas las desgracias Como no satisfechos se lanzaron a la mar ojiva en ristre y se enaltecieron y se fotografiaron entre vísceras de inocentes cetáceos Como nada extraño hallaron en meter al hombre en una caja de gases y en borrarle su memoria fraterna a base de comerciales confort y hamburguesa Como sin ningún sonrojo edificaron su fortuna sobre el cadáver mismo de la vida no podemos ponderar sus actos sin sentir rabia extrema y desconsuelo Como su brutalidad no tuvo coto ni su iniquidad tangente Como fueron capaces de tanto perdónalos tú Señor porque nosotros no podemos El 14 de julio de 1995 desapareció inexplicablemente David Maradiaga, ecologista, poeta y escritor, siete meses y siete días después de las muertes de Oscar Fallas, María del Mar Cordero y Jaime Bustamante, integrantes de la Asociación Ecologista Costarricense (AECO) en condiciones que todavía no han sido aclaradas. Luchadora y luchadores que luego de ganarle a la Transnacional Stone Container, que planeaba instalar un muelle astillero en la zona sur costarricense, sufrieron trágicos sucesos que el aparato judicial de Costa Rica aún sigue sin aclarar. Maradiaga, nacido en 1968, generó poesía ensayo y critica de libros. Fue ganador del Premio Centroamericano de Literatura Joven por su libro Animal lluvioso en 1990. Entre sus libros destacan Noticias de fuego (1985) y Pasos en la madrigada (1991). El poema que presentamos proviene del libro Dejen al sol brillar.