Biodiversidad 109 (2021-3)

No hay símbolo más florecido y refulgente de la vida que viene, del pasado remoto que nos acompaña siempre, que las semillas: germen del futuro, legado común que los pueblos brindan vez tras vez, en su amorosa y profunda relación con la Naturaleza. Las semillas, y la libertad de guardarlas y compartirlas, son también el símbolo de esta relación con la Naturaleza: con el suelo, con la tierra, con las demás personas. Preocupa y no deja de extrañar que las leyes restrictivas relacionadas con las semillas insistan en perseguir sobre todo que la gente las guarde y las comparta. Pero América Latina y el mundo entero bulle de proyectos agroecológicos, muchos de ellos de raíz campesina, donde la gente cuida su bosque, su monte, las relaciones que hacen posible la presencia y el flujo del agua, del suelo profundo y fértil. Cultivando lazos comunitarios, proyectos creativos que nos permitan resolver lo que más nos importa, habremos de arribar a la soberanía que nos brinda resolver nuestra propia alimentación, salud, educación; nuestros modos de respeto y equilibrio: cuidados profundos para la vida que viene.