Marie Crescence Ngobo coordina en Camerún la Red de Actores del Desarrollo Sostenible (RADD). La RADD trabaja con mujeres sobre temas económicos y sociales, organizando actividades que las ayuden a recobrar su identidad y su autonomía, con el fin de mejorar las condiciones de vida de sus familias. Marie Crescence, usted organizó en 2016 cuatro talleres sobre la palma aceitera tradicional. ¿Cómo funcionó eso y qué pudo usted comprobar durante esos encuentros con las mujeres? Los talleres consistieron en conducir a las mujeres a lo más recóndito de sus culturas y tradiciones, para extraer de allí todos los valores asociados a la palma aceitera tradicional. El objetivo era rescatar las recetas referentes a los usos nutricionales, medicinales y artesanales de la palma aceitera tradicional, y realizar con ellas un librillo que será distribuido a las mujeres, con el fin de valorizar dichos usos y preservar la palma aceitera tradicional. Los talleres se organizaron en el marco de una caravana compuesta por las mujeres que participaron en la actividad de Mundemba. (1) En todos los lugares a los que llegó la caravana, transmitimos a las mujeres nuestros mensajes sobre el uso sostenible y la preservación de las mejores formas de emplear la palma aceitera tradicional. Esos cuatro talleres nos permitieron realizar cuatro grandes observaciones fundamentales. La primera observación es que la palma aceitera tradicional está realmente en peligro de desaparecer. Esa palma está amenaza por la expansión de la palma aceitera industrial porque, en lo referente a la productividad, esta última tiene un valor económico más importante y se expande cada vez más, aniquilando así la palma tradicional. Esta también se ve amenazada por las propias poblaciones, que han agregado a sus maneras de usarla un método de explotación destructor. Llegan incluso a arrancar de raíz las palmas aceiteras tradicionales, o a cortarlas por el tronco, para extraer un vino que no solo se bebe directamente sino que se utiliza también para preparar un aguardiente que las poblaciones locales consumen en abundancia. Es por eso que las variedades tradicionales de palma aceitera se vuelven cada vez más escasas. El resultado es que las mujeres ya no tienen fácilmente la posibilidad que tenían, de recolectar ya sea los frutos, ya sea las semillas, para procesarlos y alimentar o tratar a la familia. La segunda observación es que la palma aceitera tradicional es sumamente importante porque las mujeres acostumbraban ir detrás de sus casas, recolectar los frutos y, unas horas más tarde, ya podían preparar el alimento para su familia. Hoy en día ya no es posible hacerlo. Dada la escasez de la palma aceitera tradicional y sus derivados (frutos, semillas, raíces, etc.), se ven obligadas a ir al mercado para comprarlos. Lamentablemente, no siempre tienen el dinero necesario para hacerlo. Y así, el hambre se instala en la casa. El aceite tradicional también es importante, porque el aceite ‘seleccionado’ o industrial no da los mismos resultados en cuanto al sabor. Las comunidades con las que nos reunimos solo quieren aceite de palma tradicional para ciertas recetas tradicionales. En muchas familias de Camerún, cuando la mujer va al mercado necesita comprar los frutos ‘de la aldea’ para lograr los mejores platos. Con los frutos industriales, también llamados ‘socapalm’, los platos pierden inevitablemente su buen sabor, y por lo tanto se pierde nuestra soberanía en materia culinaria. En lo referente al aspecto medicinal, todas las recetas medicinales fabricadas con palma aceitera deben ser realizadas con el aceite tradicional para que den buenos resultados. Y nosotros sabemos que esta farmacopea tradicional es el primer medio de auxilio para las poblaciones, porque es frecuente que los hospitales estén muy lejos o que no haya médicos. Pero ellas saben que, si tienen sus palmas aceiteras tradicionales, pueden tomar las raíces, los frutos y las semillas, para administrar los primeros cuidados o sanar por completo. La tercera observación es que resulta sumamente importante pensar en valorizar la palma aceitera tradicional porque, a pesar de su reconocido valor nutricional, medicinal y artesanal, la palma aceitera industrial la supera desde el punto de vista económico. Es por eso que pensamos cada vez más, a nivel nacional, en abrir un centro especializado en el que se comercialicen solamente productos derivados de la palma aceitera tradicional, para satisfacer una demanda potencial. Las mujeres de los centros urbanos necesitan el aceite de palma tradicional que ellas llaman aceite de la aldea, los frutos de la aldea, el aceite de palmiste negro. Hay que encontrar la forma de facilitarles el acceso a esos derivados de la palma aceitera tradicional. Y la cuarta observación que hemos realizado es que las mujeres con las que nos encontramos tienen una gran voluntad de perpetuar esta especie, de hacer lo necesario para no perder completamente la palma aceitera tradicional. Incluso han comenzado a instalar pequeños viveros, para poder repoblar sus tierras. Así como también, al trabajar su tierra si la mujer encuentra brotes de palma aceitera tradicional, en lugar de destruirlos como solían, los conservan y los protegen para que crezcan. Estas son las observaciones que resultaron de las actividades realizadas. Agradecemos a todas las mujeres que se mostraron dispuestas y abiertas, y que hicieron suya la iniciativa. Estamos convencidas de que el libro de recetas va a perpetuar todas las riquezas culturales derivadas de la palma aceitera tradicional, para las generaciones actuales y futuras. Con esta recopilación podremos incitar, incluso a los hombres, a manejar de manera sostenible esta especie tradicional de palma aceitera. Por medio de esta herramienta aspiramos a llegar también a los jóvenes, que deben continuar obrando por el manejo sostenible de la palma aceitera tradicional. Vemos que ahora en África se están multiplicando las grandes plantaciones industriales de miles de hectáreas, y que las comunidades pierden las tierras, los bosques donde se ubican sus palmas tradicionales. ¿Cómo afecta esto a las mujeres? La expansión del consumo del aceite de palma industrial ya ha creado una dependencia alimentaria de esos aceites de los que ignoramos el origen y el proceso de producción. Siempre es más tranquilizador consumir un producto del que se conoce su origen. Eso sucedía con el aceite tradicional, que es un producto más natural, incluso a primera vista. El aceite industrial hace perder a los platos locales su auténtico sabor, los valores culinarios locales se deterioran, están amenazados, y con ellos nuestra soberanía alimentaria. Ahora, para las mujeres que viven en comunidades vecinas de las grandes plantaciones industriales de palma, la situación es catastrófica. Las mujeres entran en un sistema de pobreza del que no se retrocede, se vuelven totalmente dependientes, porque ya no existen los alimentos que producían habitualmente en sus fincas. Se ven obligadas a comprar todo. Sin recursos sustanciales, deben hacer frente a la educación de sus hijos, a las enfermedades, al hambre, a la vivienda de la familia. Viven en la precariedad, generación tras generación. También hay destrucción de la biodiversidad cuando se desmonta el bosque para plantar la palma aceitera industrial. Los productos no leñosos del bosque, que las mujeres solían recolectar, comer y vender para tener dinero, son arrasados y esto las hunde en la precariedad. Con la destrucción del bosque se destruyen las raíces mismas de la vida de la mujer, y con ellas las raíces de la familia y de la sociedad. Todas estas desestabilizaciones conllevan también conflictos en el seno de la familia y entre las familias. La familia se ve obligada a dispersarse, se fragmenta, porque las bases de su vida han sido destruidas. Los niños viven en la incertidumbre. Las chicas se exponen al desenfreno. Los muchachos se embarcan en aventuras y corren el riesgo de desaparecer en el mar en busca de algún El Dorado. Se vuelve imposible recuperar el calor de hogar, la familia que es la célula esencial para el desarrollo de toda sociedad. La vida de las mujeres se vuelve vulnerable cuando esta expansión se instala. Resulta prácticamente imposible para ellas vivir y hacer vivir a sus familias. Algunas son llamadas a trabajar en explotaciones agrícolas, y deben salir de casa por la mañana muy temprano y volver por la noche a cambio de un salario escaso. ¿En qué momento pueden ocuparse de su familia? Para evitar esas consecuencias debemos lograr que las mujeres tomen conciencia de que deben defender con firmeza sus espacios de vida, todos los lugares donde pueden desarrollar sus actividades (barbechos, manantiales, ríos, mercados, etc.) para que todo eso esté protegido cuando vienen a instalarse las grandes plantaciones industriales. ¿Podría usted comentar algo más sobre la importancia de conservar el uso, el consumo de los productos básicos de la palma tradicional, para las mujeres y los pueblos de los países de África occidental y central? ¿Cuáles son las ventajas, la importancia de la palma aceitera tradicional, y qué se debe hacer para conservarla? Con respecto a la conservación de la palma aceitera tradicional, hay que valorizar más los productos derivados de esta especie. Son productos de primera calidad; hay que mejorar los métodos de transformación y conservación, ponerlos en lindos envases y venderlos bajo una marca que les dé más valor. Los propios consumidores lo desean, será un medio viable y sostenible, que incitará a las mujeres a ocuparse a fondo de los procesos de preservación o de manejo sostenible de la palma aceitera tradicional desde el inicio. También habrá que estimular las iniciativas asociadas a la preservación, seguir sensibilizando a las mujeres y también a los hombres. Durante las visitas de campo, ellas nos dijeron: “Necesitamos que usted, señora, venga a nuestras aldeas para decir a los hombres lo que nos está diciendo, porque cuando nosotras les hablamos no nos escuchan, siguen cortando [las palmas], y si usted viene ellos van a comprender lo que usted dice como nosotros lo comprendimos hace un rato”. Así, es muy importante la sensibilización en el lugar mismo, y es lo que las mujeres esperan. Además de mejorar las técnicas de transformación, conservación y envasado de los derivados de la palma aceitera tradicional, hay que introducir tecnología moderna para la obtención del aceite. Pienso que esos dos aspectos serían necesarios para promover el manejo sostenible de la palma aceitera tradicional. Quisiera aprovechar esta tribuna para hacer un fuerte llamado a todas las mujeres de las comunidades, para decirles que no están solas. Juntas, podemos eliminar o atenuar las consecuencias que sufren hoy en día. Ya sea en Camerún, en Gabón, en el Congo-Kinshasa o en el Congo-Brazzaville, en Costa de Marfil, en Nigeria o en Sierra Leona, juntas podemos presionar a esas compañías que destruyen la vida de las mujeres de las comunidades. Los derechos humanos dicen que esas mujeres tienen derecho a vivir, y a vivir bien. Es inadmisible que se vuelvan esclavas en sus aldeas. Si no pueden vivir plenamente en sus aldeas, será difícil que puedan tener una vida mejor en otro lugar. A una agricultora a la que se le arrebató la tierra no le queda nada, salvo quizás la muerte. Pero estamos aquí para producir vida, y nos comprometemos a trabajar para que esa vida les sea restituida. Se requiere obligatoriamente una fuerte solidaridad para seguir apoyando y acompañando a esas mujeres que luchan por defender sus espacios de vida. Llamo pues a las mujeres de África y del mundo a movilizarse como sabemos hacerlo, tanto en mitines políticos como en iglesias, para defender los intereses de las mujeres, de las familias destruidas por el acaparamiento de tierras. Cuando se lucha por una buena causa, no hay que cansarse jamás. Nada debe detenernos. Movilicémonos en gran número para expresar nuestra solidaridad y para apoyar todas las iniciativas destinadas a restaurar la dignidad de las mujeres que viven cerca de las explotaciones agrícolas industriales. ¡Sí debemos! ¡Sí podemos! ¡Sí ganaremos! (1) Los cuatro talleres sobre la palma aceitera tradicional con mujeres de las comunidades fueron una de las recomendaciones resultantes de un taller anterior realizado con mujeres de varios países africanos y de otros lugares, sobre la expansión del aceite industrial en África y las repercusiones de esa expansión sobre la vida de las mujeres. Dicho taller fue organizado en 2016 por la RADD, con la colaboración y el apoyo de GRAIN, SEFE, CED y WRM, en Mundemba, Camerún. La declaración de Mundemba se encuentra disponible en inglés y en francés.