Foto: Coordinadora No+ AFP (Chile)
Conversaciones con activistas de todo el mundo en mayo y junio de 2022, dejan en claro la necesidad de un movimiento político y social para sacar las pensiones de los mercados financieros.
En Brasil sindicatos y movimientos sociales han llevado a cabo una batalla campal con el fin de detener la iniciativa del presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro, de privatizar muchos de los bienes públicos más importantes del país. Por desgracia, el año pasado sufrieron una gran derrota cuando el gobierno de Bolsanaro vendió la empresa pública del agua más grande del país a un fondo de inversión privado brasileño.
Rápidamente se supo que este fondo de inversión privado era en realidad propiedad de dos de las más grandes administradoras de fondos de pensiones de Canadá. Es comprensible que los trabajadores de Canadá se indignaran al momento de enterarse de que sus aportes, que en realidad son salarios diferidos, estaban siendo utilizadas para privatizar un servicio público esencial en Brasil, el cual atiende a 30 municipios con una población de 13 millones de habitantes. Diversos sindicatos le pidieron a este fondo de pensiones que se retirar de este acuerdo.
Pero este no fue un incidente aislado. Los fondos de pensiones canadienses, al igual que los fondos de pensiones de Estados Unidos., Europa y Asia, también están profundamente involucrados en una campaña de acaparamiento masivo de tierras en la Región del Cerrado, en Brasil, que se caracteriza por su rica biodiversidad. La realidad actual es que los fondos de pensiones están involucrados en prácticamente todas las formas de capitalismo financiero depredador que afectan al planeta, ya sea la extracción de combustibles fósiles, la atención médica con fines de lucro, la especulación inmobiliaria, el acaparamiento de tierras agrícolas, el acaparamiento del agua o la privatización de servicios públicos esenciales.
Actualmente, los 22 fondos de pensiones más importantes del mundo tienen más de 56 trillones de dólares en activos financieros, convirtiéndolos colectivamente en la mayor fuente de dinero para la inversión financiera. Por otro lado, los fondos de pensiones dependen de una rentabilidad elevada, o al menos decente, para poder proporcionar a los trabajadores pensiones en su jubilación. Como consecuencia de esto, una parte cada vez mayor del dinero de los fondos de pensiones se destina a inversiones en capitales privados, bienes raíces, tierras agrícolas y madereras y otras llamadas inversiones "alternativas" a las tradicionales en acciones y bonos. Estos fondos incluso están ejerciendo una fuerte presión política, promoviendo nuevas regulaciones y políticas públicas con el objetivo de privatizar aún más bienes y servicios públicos y así aumentar sus posibilidades de realizar lucrativas inversiones.
Los fondos de pensiones han podido crecer en poder y tamaño sin un control real por parte de las trabajadoras y los trabajadores que aportan a ellos. Estas personas, de hecho, se han vuelto dependientes de los rendimientos financieros que generan las inversiones de los fondos de pensiones y de las condiciones que garantizan aquellas ganancias, como por ejemplo las privatizaciones. Como descubrieron trabajadores y trabajadoras canadienses con el caso del agua en Brasil, la manera en que se han estructurado los fondos de pensiones les otorga una capacidad muy limitada para influir en las decisiones de inversión, incluso en casos como éste, donde la inversión va tan claramente en contra de los intereses de estas personas trabajadoras.
La mayoría de gente trabajadora no es beneficiaria del sistema de fondos de pensiones. Alrededor del mundo, solamente un pequeño porcentaje de esta gente que labora participa en fondos de pensión con inversión financiera. Tan sólo siete países (Australia, Canadá, Japón, Países Bajos, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos) representan más del 92 % de todos los activos financieros en poder de los fondos de pensiones. Incluso en estos países, sólo una parte de quienes laboran recibirá una pensión digna por parte de los fondos a los que contribuyen. Durante las últimas décadas, se ha producido un importante desplazamiento desde los planes de seguridad social y las pensiones de prestación definida (donde quienes trabajan tienen garantizado un porcentaje de su salario anual al momento de jubilarse) hacia sistemas más precarios en los cuales son los trabajadores y las trabajadoras individuales quienes asumen los riesgos y consecuencias de las inversiones financieras. Estos cambios coinciden con la eliminación de las restricciones legales respecto a dónde se pueden invertir los fondos de pensiones, permitiéndoles a las administradoras invertir en activos financieros de mayor riesgo, como bienes raíces y capital privado.
La consecuencia es un mayor control sobre la gestión de los fondos públicos de pensiones por parte de empresas privadas. Varios países con grandes fondos de pensiones, como China, India, Japón y Sudáfrica, se encuentran a punto de hacer cambios en esta dirección.
Queda claro que los fondos de pensiones son un problema demasiado grande como para ser ignorado. Y entonces ¿qué podemos hacer con ellos?
Conversaciones con activistas
En mayo y junio de 2022, GRAIN y A Growing Culture organizaron dos conversatorios virtuales con el propósito de informar y estimular la reflexión colectiva respecto a posibles cursos de acción a seguir. Varios cientos de personas de todo el mundo y de diferentes orígenes se inscribieron para participar. Las sesiones abrieron un espacio para aprender más sobre los fondos de pensiones y sobre cómo los distintos grupos los están enfrentando, compartiendo información sobre diversas iniciativas, en diferentes sectores y en diferentes partes del mundo.
Activistas de Chile hablaron sobre el movimiento de masas que ha estado luchando por una reforma del sistema de fondos de pensiones de corte neoliberal del país. El movimiento, que reúne a un amplio espectro de la sociedad, desde estudiantes hasta trabajadores jubilados, ha logrado impresionantes avances y ha articulado una visión para un nuevo sistema de pensiones, basado en la solidaridad y alejado de los mercados financieros. Pero se enfrentan a la poderosa influencia de corporaciones y empresas de gestión financiera que se benefician con el actual modelo, y que llevan a cabo una campaña del terror haciéndoles creer a las personas que perderán sus pensiones individuales si se llevan a cabo estas reformas.
Activistas de Brasil destacaron la importancia de formar coaliciones locales e internacionales para trabajar en conjunto y así evitar que los fondos de pensión continúen acaparando tierras en la región del Cerrado. La respuesta de los fondos de pensión es que siguen estrictas pautas ambientales y sociales, pero los y las activistas argumentan que todos los fondos extranjeros invertidos en la región terminan en manos de empresas agroindustriales que están concentrando la tierra, destruyendo la biodiversidad y volviendo miserable la vida de las comunidades locales. La mercantilización de las tierras de cultivo a partir de su transformación en un “activo” de inversión es, en sí misma, problemática, y es por esto que la campaña internacional se ha centrado en impedir que los fondos de pensiones realicen inversiones en tierras cultivables y no en “mejorar” dicha inversión.
En Canadá, los sindicatos también muestran la necesidad de ir más allá de meras acciones destinadas a influir en las empresas en las que se invierten sus fondos de pensiones. Cuando, recientemente, gente que trabaja en el sector público descubrió que su fondo de pensiones era el propietario de una empresa de cuidados médicos de largo plazo, protagonista de un trágico escándalo de Covid, decidió no gastar más energías en presionar a su fondo de pensiones para mejorar el servicio médico y pasaron a liderar una campaña más grande para nacionalizar la empresa y hacer públicos los servicios médicos y sanitarios.
Pensando fuera de los moldes
En un momento de la conversación, un sindicalista brasileño señaló que si los fondos de pensiones canadienses no hubieran comprado la empresa de agua brasileña, otra corporación lo hubiese hecho, ya sea un fondo soberano o un banco de inversión de Wall Street. Dado que los movimientos sociales brasileños habían perdido la batalla para detener la privatización ¿no era mejor que dicho servicio público estuviera en manos, al menos, de un fondo de pensiones, donde probablemente puede haber oportunidades estratégicas para presionarla y restringir sus peores abusos?
Durante varias décadas, la noción de que los fondos de pensiones pueden ser intervenidos e influidos desde adentro ha moldeado al activismo en torno a las pensiones. Esta estrategia opera a partir de tácticas tales como el activismo de los accionistas, los diálogos con las empresas, los compromisos de gobernanza ambiental y social (ESG) y la colocación de representantes de trabajadores y trabajadoras como albaceas en las juntas directivas de estos fondos. Pero la realidad es que estas estrategias han demostrado ser bastante limitadas. Quienes laboran casi no ejercen influencia sobre las decisiones de inversión, incluso con representantes de trabajadores y trabajadoras en las juntas directivas. La necesidad estructural de que los fondos de pensiones maximicen ganancias en los mercados financieros vuelve muy difícil movilizar a los trabajadores y las trabajadoras a desafiar a quienes administran de fondos de pensiones. Lo que vemos en todas estos esfuerzos es, de hecho, lo contrario: quienes administran los fondos de pensiones se rehúsan a comprometerse de manera significativa con las preocupaciones planteadas por quienes son afectados o afectadas por sus inversiones, saliéndose con la suya sin realmente rendirles cuentas a la gente.
Lo que escuchamos de los y las activistas durante estas dos sesiones ha reforzado nuestra opinión sobre la necesidad de centrarnos en lo que podríamos llamar estrategias “desde afuera" (ver tabla de abajo). Los fondos de pensiones son una parte importante del sistema financiero global y este último es el causante de enormes injusticias y desigualdades. Retocarlo “desde adentro” no resolverá los problemas sistémicos que genera. Lo mismo ocurre con los fondos de pensiones.
En última instancia, tenemos que luchar por sistemas de jubilación que no estén garantizados por los mercados financieros. Esto significa, por un lado, levantar movimientos transversales para reformar los sistemas de fondos de pensiones, como lo están haciendo los movimientos sociales en Chile, y evitar la privatización y financiarización de los sistemas de pensiones públicos y solidarios, como lo están haciendo los sindicatos en la India. Al mismo tiempo necesitamos construir movimientos para proteger los bienes y servicios públicos (agua, sistemas alimentarios, transporte, servicios de salud, educación, vivienda, etcétera) y mantenerlos fuera de las manos depredadoras del capital financiero.
Sabemos que incluso imaginar una transición desde los sistemas de fondos de pensiones dominantes es un gran desafío. Pero dado el control cada vez mayor que tienen sobre nuestros alimentos, nuestra salud, nuestra agua, etcétera, y los pobres resultados para tanta trabajadora o trabajador n el sistema de pensiones, es urgente seguir aprendiendo y ver qué es lo que podemos lograr.
Para ver las conversaciones llevadas a cabo en mayo y junio del 2022, acceder a los distintos recursos del evento y saber cómo hacerte parte de esto, visita https://grain.org/pensionfunds
Tabla: Dos orientaciones estratégicas para resistir al “capitalismo de fondos de pensiones”
1. Adentro/desde adentro | 2. Afuera/desde afuera | |
Estrategias separadas |
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Estrategias tranversales |
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