La biofortificación busca aumentar el contenido de unos cuantos nutrientes en los cultivos mediante el fitomejoramiento, ya sea usando técnicas convencionales o de biotecnología. Pese a que existen unos cuarenta nutrientes que debemos obtener de nuestros alimentos si queremos gozar de buena salud, el foco de la investigación de los cultivos biofortificados se centra en tres: zinc, hierro y vitamina A.
Existen investigaciones en curso para desarrollar arroz, trigo, sorgo, bananas, lentejas, papas, batatas, yuca, frijoles y maíz biofortificados en África, Asia y América Latina. Parte de esta investigación la maneja el Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR) dividida en tres unidades: el Instituto Internacional de Investigación del Arroz, enfocándose en un arroz genéticamente modificado; el Centro Internacional de la Papa, enfocado en batata, y el programa HarvestPlus, que coordina al resto. El financiamiento viene de la Fundación Bill y Melinda Gates y del USAID, entre otros. La investigación privada la financia PepsiCo, Dupont, Bayer y Nestlé entre otros.
Quiénes proponen la biofortificación argumentan que ésta es la forma más barata de enfrentar la malnutrición: una vez que se cultiva la planta ésta puede volver a crecer una y otra vez. Con frecuencia utilizan un lenguaje engañoso para promover estos cultivos, empezando por el término “biofortificado” que sugiere que todos los otros alimentos o plantas son débiles o deficientes inherentemente.
Términos como “arroz dorado”, “súper banana”, “maíz naranja”, se utilizan para convencer a los consumidores de que las versiones biofortificadas de estas semillas o alimentos en especial son superiores a sus contrapartes no biofortificadas. Estos nombres, por no mencionar los cultivos mismos, son registrados algunas veces como propiedad intelectual aunque su uso se proponga como libre de costo o gratuito.
Hasta la fecha, se han desarrollado o liberado unas trescientas variedades de cultivos biofortificados en todo el mundo. Aunque hasta la fecha ninguno de los liberados a los agricultores es genéticamente modificado, varios están ya en el proceso de ser liberados.
Las mujeres y los niños son el objetivo, los “beneficiarios principales” de los cultivos biofortificados. Pero lo frecuente es que las comunidades rurales y los grupos de mujeres por todo el mundo consideren que los sistemas alimentarios locales diversificados y las dietas tradicionales son la solución real a la pobreza y la malnutrición.
GRAIN y sus amigos lanzamos un llamado a la acción: invitamos a los grupos de mujeres y a las organizaciones campesinas a examinar el asunto de la biofortificación —local, regional, nacional o globalmente. Existe la suficiente información y experiencia que justifica que lancemos un boicot a todos los cultivos o alimentos biofortificados, y que lo asociemos con la exigencia de que se invierta en un enfoque diferente de la investigación agrícola basado en la agroecología, las culturas locales y la soberanía alimentaria.
Proponemos por tanto que todos los enfoques alternos para solucionar el hambre y la malnutrición estén basados en los cinco principios siguientes:
1. Compartir información y promover educación en torno a los modos de vida y las dietas que sean saludables, con un énfasis en las mujeres y la equidad de género.
2. Fortalecer los liderazgos de las mujeres en la toma de decisiones en políticas públicas y en la investigación sobre sistemas alimentarios.
3. Promover la diversidad en la agricultura y las dietas, en vez de los monocultivos y los alimentos únicos. Esto incluye valorar las plantas y los animales locales, las culturas alimentarias, las semillas y los saberes locales que sustentan la salud y mantienen fuertes a las comunidades.
4. Bajar el costo e incrementar la disponibilidad de frutas y vegetales, redirigiendo en parte los subsidios y otros fondos públicos que en la actualidad promueven las mercancías industriales y los productos comestibles procesados.
5. Resistir el acaparamiento neoliberal de la agricultura y la alimentación que trata a los alimentos y los cultivos como mercancías y propiedad intelectual patentable para facilitar las ganancias corporativas. Ir a las causas que son la raíz de la pobreza y el hambre implica que mantengamos los alimentos y la agricultura bajo control comunitario y público.
Para saber más, lea el informe completo “¿Cultivos biofortificados o biodiversidad? La lucha por verdaderas soluciones para la malnutrición está en marcha”, en https://www.grain.org/es/article/6245
GRAIN, Pesticide Action Network Asia Pacific (PANAP), Food Sovereignty Alliance India, People's Coalition on Food Sovereignty (PCFS) African Food Sovereignty Alliance (AFSA), Eastern & Southern Africa Farmers' Forum (ESAFF) y Growth Partners Africa | julio de 2019