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Editorial

by Biodiversidad | 30 Jan 2019


Qué entrevero de mundo estamos viviendo.

Tal vez algo más estable (pese a todos los embates que sufren) son los cuidados que, desde lo más íntimo del hogar y la chacra, o la milpa con su diversidad y su fuerza de futuro apalancadas en diez mil años de existencia, siguen siendo pertinentes. Siguen innovando infinitamente.

Y la paradoja es muy fuerte: hay un infinito devenir de lo nuevo que no necesita presumir que está innovando, porque de por sí esa es la ley de la vida.

No obstante, los ataques también se renuevan y hay un vociferante modo de lo político que ladra, pero también muerde.

Bolsonaro, Macri, que juran junto con Trump la erradicación de las y los diferentes, de todo lo diverso, de la reflexión anclada en la historia y la dialéctica, de los relatos, mitos y ceremonias no oficiales, porque hay la intención artera de imponer, disponer, diseñarlo todo, por obtuso que sea, y establecer la persecución como práctica perpetua.

La persecución se extenderá a los quehaceres más íntimos y cotidianos con los que la gente y las comunidades inauguramos el día y buscamos resolver el presente, para salvarlo de la iniquidad y la desigualdad que nos buscan imponer. Para salvar el día y para entender los ciclos de la vida y de la muerte.

Por eso mismo debemos tener claro lo más importante. Eso que hay que atesorar y para atesorarlo compartirlo, revisarlo, masticarlo, pelotearlo, juguetearlo entre nuestra gente y con las comunidades, en nuestras organizaciones: los cuidados más importantes de todos son los cuidados de la justicia, la defensa de nuestra vida plena, de nuestra naturaleza y nuestro ser comunitario en relaciones encaminadas a cuidar el futuro de la humanidad, empezando por nuestra propia casa y comunidad, nuestro territorio que es hasta donde alcanza nuestro entendimiento colectivo, hasta donde tendemos nuestras relaciones de confianza y atención, custodia, defensa, previsión, despliegue de la plenitud de nuestras facultades comunes e individuales, potenciamiento de nuestras creatividades: valores como la mutualidad, la fraternidad, el respeto, la consideración, la resonancia, la empatía, la solidaridad, la prudencia y la generosidad.

Sólo así podremos enfrentar los horrores de un mundo que va cayendo en manos de fragmentadores y promotores del odio y la violencia. En manos de voraces acaparadores de procesos y capitales para hacerse de más y más poder.

Nunca está más oscuro, dice el viejo refrán, que antes del amanecer. 

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Author: Biodiversidad