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De un vistazo y muchas aristas. Voces que reivindican, cuestionan e impugnan

by Biodiversidad | 3 Aug 2016


Esta vez hemos querido compartir con ustedes varios pronunciamientos que tienen una vigencia surgida de la legitimidad de sus miradas, en momentos en que por todo el mundo se desatan agravios y ataques directos contra la integridad de la vida, los saberes, los territorios, las semillas. Estas declaraciones son en mucho resúmenes de visiones y reflexiones que provienen de varias regiones y que se articulan buscando coincidencia de posturas, para cuestionar, reivindicar, presionar, impugnar o denunciar los atropellos continuos de que son objeto personas, comunidades, pueblos enteros.

Agreguemos al futuro posible un elemento ineludible. Un elemento que, dadas sus limitaciones íntimas, el poder político ha sido incapaz de comprender, si acaso lo ha intentado. También ha sido incapaz de destruirlo, algo que intenta constantemente. Se trata de la resistencia (sinónimo de existencia) de los pueblos originarios, las comunidades, regiones, municipios y tribus que se manifiestan en sus propios territorios y también mucho más allá de ellos, en centros de estudio y labor asalariada o esclava, tramas urbanas, migraciones.

Los vemos en las inmensas granjas agrícolas y las industrias más intensivas del trabajo-servidumbre quintaescencial del proyecto mutagénico que los llamados neoliberales aplican a como dé lugar en México, con el respaldo del gran dinero y en sociedad sin trabas con los medios de comunicación. Los vemos en las protestas magisteriales contra la reforma “educativa”. [...]

La respuesta levantisca de pueblos y barrios urbanos en apoyo a los maestros en el sur de México también se alimenta de otras agresiones brutales y en curso contra ellos, de la mano de la fuerza de la ley, para despojarlos de sus tierras a fin de extraer minerales a lo cabrón o establecer grandes emporios agroindustriales, aeropuertos, zonas hoteleras, autopistas. No se puede separar de esta confrontación a las miles de comunidades en absoluto desasosiego, en plan de resistir, bombardeadas por variantes de la contrainsurgencia encubierta o estelar [...]

En toda su complejidad real, la situación (eufemismo para “guerra intestina”) en México le debe mucho a la invasión por grupos criminales de territorio, vías de comunicación, relaciones sociales, incluso estructuras institucionales [...] Para los pueblos indígenas y muchas comunidades campesinas, las alternativas quedan entre que les pongan una mina de oro o en sus territorios se multipliquen las amapolas; entre embotellar su río o convertirlo en fábrica; entre pavimentarles el valle o arrasar sus bosques; entre domesticar la enseñanza o reducirla a televisión y redes en estricta clave de consumo y propaganda desnuda. Entre dejarse o no, disyuntiva cotidiana para ejidos, rancherías, tribus, en las asambleas comunales, las aulas, los campos de cultivo y los caminos. En Guerrero y Michoacán, una generación de niños ha crecido como palestinos, entre retenes hostiles, balaceras, toques de queda, operativos policiacos e incursiones de bandas asesinas. Pero estos niños también nacieron en regiones o pueblos donde sus padres y abuelos ya venían organizándose y resistiendo, agotando las vías legales y legítimas. Donde la idea de autonomía (autodeterminación, soberanía comunal) está viva y encuentra cómo manifestarse. Hermann Bellinghausen, “Cuando la conciencia es colectiva y hace comunidad”, Postales de la Revuelta, columna de Desinformémonos, 19 de junio, 2016.

En el actual periodo histórico somos testigos de una alianza emergente entre el capital financiero, las empresas transnacionales, el imperialismo, amplios sectores de los Estados nacionales (casi sin importar su aparente “ideología”), en particular pero no solamente, los poderes judiciales y policiales, el sector privado del sistema agro-pesca-alimentario (agronegocio), de la minería, la construcción, la explotación forestal, o sea, del extractivismo, y con los medios de comunicación. En su conjunto esta nueva alianza impulsa una avalancha de privatización, acaparamiento y concentración de bienes comunes y públicos, como la tierra, el agua, los bosques, las semillas, las áreas de pastoreo y de pesca, los glaciares, y territorios enteros. Utilizan la financierización y mercantilización de todo, los tratados de libre comercio y inversión, la corrupción de nuestros políticos y élites, su control de los medios de comunicación y del sistema financiero, y la concentración empresarial para lograr sus fines.

Últimamente hemos observado, con creciente alarma, que esta alianza en particular, y el capital en general, ya no toleran casi ninguna muestra, por tibia que sea, de políticas mínimamente independientes implementadas por gobiernos democráticamente electos. Se ha convertido en la fuerza principal detrás de una oleada de golpes de Estado, consumados o en marcha, desde los golpes “técnicos”, “parlamentarios”, “judiciales”, “blandos”, o “blancos” hasta los más “duros”, que pasan por encima de la ley, las constituciones y las voluntades populares. Esto es el caso de Brasil, donde nos reunimos ahora. Nosotros unimos nuestras voces a las voces del pueblo brasileño, que lucha por defender la democracia en su conjunto (contra un intento ilegítimo de golpe) y por impulsar las reformas políticas necesarias para que la democracia salga del aparente callejón sin salida en donde se encuentra. [...]

La migración masiva, la destrucción del tejido social de nuestras comunidades, el crecimiento desen-frenado de las periferias urbanas, la inseguridad, los agrotóxicos, los transgénicos, la mala alimentación y la homogenización de los hábitos de consumo, el calentamiento global, la destrucción de los manglares, la acidificación del mar, el agotamiento de la pesca, la pérdida de cualquier rasgo de la “democracia,” y mucho más, son todos síntomas de lo que está pasando. Aquí en Brasil hemos visto como el capital financiero ha transformado al viejo enemigo de los campesinos y trabajadores sin tierra, el latifundio improductivo, en un agronegocio capitalizado, en una minería, en una pesca y acuicultura industrial, y en un sector energético, todos aparentemente “productivos” —aunque lo que más producen son miseria y devastación ambiental. Con esta transformación, el capitalismo ya no requiere una reforma agraria “clásica” para elevar la producción [...] A la vez resta utilidad al viejo argumento de la injusticia de mucha tierra en manos de pocos, que casi ni la utilizan, frente a una masa de personas sin tierra. Pero a la vez da validez al cuestionamiento, frente a toda la sociedad, y en toda la clase trabajadora, rural y urbana, de la conveniencia en su conjunto del proyecto de capital para el campo.

Cualquier resistencia que oponemos los pueblos rurales es respondida con demonización mediática, la persecución y criminalización de organizaciones, líderes y de quienes luchan, más represión, asesinato, desaparición forzada, encarcelamiento ilegítimo, detención administrativa, acoso sexual y violación. Hay una modificación de leyes para permitir cada vez más criminalización, y una impunidad creciente y casi total. Vía Campesina, “Declaración de Marabá, Conferencia Internacional de la Reforma Agraria, 17 de abril, Marabá, Brasil.

Entre 2010 y 2012, en un amplio proceso de consulta y participación social que involucró a más de 500 organizaciones campesinas y 3 mil ciudadanos, entre ellos científicos expertos y practicantes destacados de la soberanía alimentaria en todas las provincias del Ecuador, se dio una pionera e internacionalmente reconocida propuesta de ley de Agrobiodiversidad, Semillas y Fomento Agroecológico —norma que señala un camino de cambios profundos en los sistemas agro-alimentarios a favor de la salud, equidad y sustentabilidad del Ecuador [...]

El informe unánime, logrado para primer debate, llegó al pleno legislativo en la sesión 190 en 2012 mereciendo el respaldo de la inmensa mayoría de asambleístas que participaron en el mismo. Por razones no explicadas, este debate quedó suspendido. No obstante, cuatro años después la Asamblea Nacional ha retomado la sesión 190, y de nuevo 18 asambleístas, en su gran mayoría, se expresan favorablemente por un cambio de paradigma en el sistema agroalimentario ecuatoriano, expresado en este proyecto que ahora se ha resuelto someter a consulta pre-legislativa.

Tememos que la versión objeto de consulta sea muy diferente que la ley elaborada por la Conferencia Plurinacional e Intercultural de Soberanía Alimentaria (Copisa), en la que, entre otras cosas, se establece como obligación del Estado promover los sistemas autónomos de semilla campesina y nativa, regular la semilla industrial y prohibir la semilla transgénica, cumpliendo así las disposiciones constitucionales y legales vigentes, en particular la Ley Orgánica del Régimen de Soberanía Alimentaria de 2010. Ya en la sesión 190 advertimos en el debate legislativo algunos elementos sumamente preocupantes y distantes del auténtico espíritu de la propuesta de ley:

1. Se propone transformar a la semilla campesina y nativa en un recurso útil para la bioprospección, pero que no debe circular ni ser comercializada porque no es considerada como “semilla de calidad”. Este factor ha demostrado ser razón para la pérdida de agrobiodiversidad y arriesga los sistemas de producción que proveen más de 60% de los alimentos ecuatorianos, así minando la soberanía alimentaria del país.

2. Se propone que sólo puede comercializarse la semilla registrada y certificada, una semilla que debe tener “pureza genética y varietal”, es decir, con una estrecha base genética. Este tipo de semilla es generalmente controlada empresarialmente.

3. Declara la semilla como patrimonio del Estado, a pesar de que desde los inicios de la agricultura y en los Andes por lo menos 7 mil años, la humanidad ha crecido en simbiosis con las semillas. Los pueblos originarios y campesinos siguen siendo los custodios y guardianes de las semillas y de los saberes colectivos asociados a ellas, en conjunto con 16 millones de ecuatorianos que participan en estos sistemas mediante sus hábitos de consumo. Las semillas siguen siendo un patrimonio colectivo de los pueblos al servicio de la humanidad y un bien común, que según centros expertos mundiales en el tema, como el Centro de Investigación Biodiversidad y la FAO, necesariamente tienen que quedar en las manos del público. Ecuador no es una excepción. Nosotros somos centro de origen y diversidad de muchas especies emblemáticas del mundo. Entre las comunidades campesinas e indígenas y los sistemas alimentarios del Ecuador están arraigadas prácticas relacionadas con el libre flujo de semillas, que nutren y entretejen sus formas de re-producción y circulación.

Desde hace más de 50 años hemos vivido un fuerte proceso de apropiación de las semillas agrícolas por parte de intereses privados, en particular corporaciones multinacionales. Esto se hace con el apoyo del Estado, con el desarrollo de legislaciones relacionadas que se acoplan a las dinámicas de los agroexportadores, donde la semilla nativa y criolla es reemplazada por semillas híbridas de alto rendimiento y transgénicas, sobre las que pesan complicados sistemas de registro y certificación, que son discriminatorias de las semillas nativas.

De aplicarse este tipo de normativa en el país, se estaría minando la base de la autonomía de los pueblos y poniendo en riesgo el legado cultural de miles de comunidades campesinas.

Con estos antecedentes, nos sentimos en derecho de exigir lo siguiente:

• La semilla debe continuar siendo patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad, y el Estado debe actuar como garante de este derecho más no como propietario, como se intenta proponer.

• Debe asegurarse el libre flujo de semillas, tal como manda el artículo 281.6 de la Constitución.

• Debe promoverse un amplio uso de la semilla campesina y nativa como base de nuestra soberanía alimentaria.

• Nos negamos a la ilegalización y persecución de la semilla campesina y nativa, y otras semillas no certificadas, a la imposición de medidas de protección fitosanitaria para el acceso e intercambio de semilla nativa

• Rechazamos cualquier intento de legalización de la semilla transgénica que pone en peligro la salud humana, los ecosistemas y el control público de los recursos genéticos, tanto como los mercados nacionales e internacionales. Como resultado, es necesario cumplir el mandato constitucional que declara al Ecuador como un país libre de semillas y cultivos transgénicas.

• Pedimos que se considere nuevamente la propuesta de ley enviada por la Copisa, que ya fue debatida en 2012 y que representa el consenso de los intereses de más de 500 organizaciones que participaron en extensivos debates y discusiones sobre dicho proyecto.

• Es fundamental el establecimiento de políticas de fomento de sistemas agro-alimentarios sanos, sostenibles y equitativos en el país, como es la agroecología, para enfrentar la pobreza, la creciente malnutrición, y el cambio climático asociados con la modernización agrícola y la agricultura dependiente de altos insumos externos y mercados pocos competitivos, sean locales o distantes. Comunicado del Colectivo Agroecológico de Ecuador frente a la Propuesta de Ley de Agrobiodiversidad, Semillas y Fomento Agroecológico, junio de 2016.

En Jáchal e Iglesia, departamento de Iglesia, provincia de San Juan, Argentina, la Barrick Gold se ha instalado hace más de 10 años en la Cordillera de los Andes, en un proyecto que ocupa una zona periglaciar, estratégica por la presencia de agua y glaciares.

En 2014, esta misma empresa debió dejar de funcionar en Chile, debido a que el Poder Judicial avaló las denuncias de las comunidades originarias del Valle de Huasco, por la contaminación de sus aguas y sus tierras, y la destrucción de su economía regional.

Poco después, en septiembre de 2015, se hizo público el derrame de más de un millón 250 mil litros de solución cianurada en el Río Jáchal, fuente de agua de ríos de San Juan, La Rioja, Mendoza y Córdoba. Al principio, negaron la contaminación. Luego, intentaron minimizarla, reduciendo las cantidades del desastre. Pero no pudieron esconder más lo que venía pasando. Los habitantes de Jáchal e Iglesia, organizados en las calles, pusieron su grito en el mundo para denunciar lo que había pasado. Y a pesar de la represión, los amedrentamientos y desdenes, no pudieron callarlos.

Este hecho no es un accidente aislado. Es de público conocimiento el impacto ambiental negativo generado por la megaminería (actividad minera a gran escala que se practica a cielo abierto dinamitando las montañas, y que comúnmente utiliza una “sopa química” para extraer los minerales buscados), destruyendo ecosistemas frágiles, de difícil recomposición. Estas empresas transnacionales saquean nuestras riquezas y territorios y dejan a su paso la contaminación del agua, el aire y el suelo, destruyendo lazos sociales comunitarios, generando pobreza, trata de personas y represión, tanto estatal como a través de patotas contratadas.

No hay más que ver el desastre ambiental y social dejado en Minas Gerais, Brasil, por las megamineras Vale y BHP. Esta región quedó enterrada bajo lodos tóxicos dejando trabajadores muertos, pueblos desolados, ríos regados de animales muertos y un curso de agua que no podrá ser bebida y que ya llega al Océano Atlántico.

Jáchal y Minas Gerais, entre otros casos, nos muestran que la amenaza latente de una megaminera es destruir el ambiente del cual somos parte. En cada lugar donde exista megaminería, estamos con los minutos contados, ya que no hay tecnología que pueda evitar este tipo de incidentes. Lo que ocurrió en Jáchal no tiene vuelta atrás, y lo pagarán nuestros descendientes y la naturaleza durante muchos años. Tantos, que ninguno de nosotros volverá a ver al río Jáchal descontaminado en lo que queda de nuestras vidas. Jáchal y Minas Gerais son la evidencia presente de lo que sufren Andalgalá (Catamarca, Argentina), Cajamarca (Perú), El Dorado (El Salvador), y otros muchos pueblos en Latinoamérica y el mundo, a pesar de las grandes luchas populares. Multisectorial contra el Extractivismo en Apoyo a los Pueblos de Jáchal e Iglesia, “Para cerrar Veladero: lucha, unidad y organización”, accionesbiodiversidad.org/?p.105

Defendemos la milpa, el sistema agrícola diverso donde conviven y se fortalecen, junto con el maíz como su eje, el frijol, la calabaza, el chile, el chayote, los quelites, los jitomates y otras tantas plantas y hierbas que son la base de la alimentación nacional.

Defendemos el maíz porque México completo es centro de origen y diversificación de este cultivo, uno de los tres cereales más importantes que sustentan a la humanidad.

Reiteramos nuestro más total rechazo a los maíces transgénicos (y el otorgamiento de permisos para su siembra experimental, piloto o comercial), así como la distribución, almacenamiento y comercialización de todos los organismos genéticamente modificados en cualquier parte del territorio nacional (y en el mundo).

Seguiremos impidiendo que entren a nuestras regiones o a nuestras comunidades semillas ajenas o de asistencia porque estamos empeñados en mantener una moratoria de facto a la entrada de maíces transgénicos a nuestras regiones. Eso ha impedido hasta ahora que la invasión transgénica se haya generalizado. Como medida preventiva urgente seguiremos manteniendo la alerta roja, poniendo toda la atención posible al desarrollo de nuestros cultivos en la milpa, y no permitiremos que nadie de fuera (ni ONG, ni empresas y mucho menos el gobierno) venga a nuestras regiones a querer descontaminar. Sólo nosotros decidiremos cómo hacerlo.

Revindicamos también que la defensa del maíz pasa por seguirlo sembrando con las técnicas de agricultura campesina tradicional y de agroecología contemporánea, y sabemos que parte de la deshabilitación que nos han impuesto para que no sea rentable nuestra actividad campesina es habernos acorralado al uso de agrotóxicos porque éstos nos obligan a gastar dinero en comprarlos, devastan la riqueza de los suelos, envenenan el agua, empobrecen y contaminan nuestros alimentos y merman el sistema de diversidad que ayuda a los equilibrios propios de una agricultura sustentable.

Reivindicamos nuestro derecho ancestral a custodiar, guardar e intercambiar libremente semillas nativas sin la imposición de mecanismo alguno de control estatal, federal o empresarial (sea certificación, inventario, banco de semillas, catálogo de variedades, patentes, denominaciones de origen o derechos de obtentor o de propiedad).

Rechazamos por tanto la imposición de la Ley de Semillas del 2007 y el llamado Convenio UPOV-91, que vendrá como parte del paquete del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, porque imponen la privatización de las semillas y legalizan la criminalización de la custodia e intercambio de semillas que hacen las comunidades.

Seguiremos pugnando por una soberanía alimentaria, es decir una producción propia de alimentos libre y autónoma, desde el nivel más local hasta el regional y nacional.

Sabiendo lo difícil que es no aceptar los programas de gobierno que nos ofrecen, nos preocupa en extremo que los programas de gobierno sean un factor de división profunda en las comunidades, que promuevan una economía de mercado y una cultura del registro, la certificación, las normatividades y la obediencia a las instituciones, por impulsar visiones ajenas a las comunidades y menospreciar o de plano prohibir las estrategias más antiguas de las familias campesinas. Los programas de gobierno también imponen sus reglas de operación que ponen a trabajar de más a la gente y le quitan incluso tiempo en ir y venir a los lejanos trámites y la recepción de los apoyos.

Reafirmamos entonces que defender el maíz en México pasa necesariamente por el respeto a la libre determinación y autonomía de las comunidades y pueblos indígenas y campesinos, y el respeto a nuestros territorios, amenazados por proyectos extractivos e hidroeléctricos y fractura hidráulica, por proyectos carreteros, de servicios ambientales, privatización de los mantos de agua; territorios amenazados también por la industrialización y urbanización salvaje y por la política ambiental oficial de conservación sin gente.

Reivindicamos el modo colectivo de nuestros pueblos y comunidades porque la defensa de la milpa y la solución de los problemas sólo puede realizarse entre quienes vivimos las situaciones. Así, insistimos en defender las estructuras de participación y colaboración, de ayuda mutua y trabajo colectivo (guetza, tequio, mano vuelta), y de reflexión y decisión conjunta como son las asambleas.

Reivindicamos y defenderemos el carácter colectivo de nuestra propiedad social — ejidos y comunidades— y no permitiremos la individualización, privatización ni expropiación de nuestros territorios en aras de los proyectos agroindustriales ni extractivos de las corporaciones.

Insistimos en que cualquier proyecto público o privado, programa, política pública nacional o internacional que pretendan realizar en nuestros territorios o que vaya a tener efecto sobre los mismos, deberá contar con nuestro consentimiento, previo, libre e informado, lo que significa que cualquier instancia debe avisarnos e informarnos de sus pretensiones antes de siquiera proyectar sus acciones para que nosotros podamos aprobarlo o rechazarlo en tiempo y forma. Declaración del Foro en Defensa del Maíz, Otra Vez, firmada por comunidades, organizaciones indígenas, campesinas, sociales, científicas y de la sociedad civil y por colectivos y personas individuales, en Casa Xitla, Tlalpan, ciudad de México, 21 de abril de 2016.

De casi 200 páginas, el informe de investigación de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS, por sus siglas en inglés) “Gene Drives on the Horizon” (Conductores genéticos en el horizonte) es voluminoso pero superficial. [...]Los conductores genéticos guiados por ARN son un poderosa técnica de biología sintética inventada apenas el año pasado. Están diseñados para introducir a toda costa un rasgo genético a través de toda la población de alguna especie, por lo que puede ocasionar la extinción de dicha especie. Esta capacidad para manipular y rediseñar totalmente las poblaciones y los ecosistemas plantea serias amenazas bélicas, a la biodiversidad y la seguridad alimentaria. Es por eso que el estudio de alto perfil se divulgó en un tiempo récord.

Inexplicablemente, el informe no habla de los problemas que surgirán a partir de la comercialización de dicha tecnología y se queda corto al referirse a las implicaciones militares y de la seguridad del desarrollo de estos conductores genéticos. Dado que la comercialización, la seguridad alimentaria y la militarización se encuentran entre los temas más explosivos que plantean estas técnicas, su escasa mención en el informe científico resulta incomprensible. El estudio fue financiado por DARPA (la agencia de proyectos investigación militar avanzada de Estados Unidos) y la Fundación Bill y Melinda Gates (que financia temas de agricultura). Ambas instituciones están muy involucradas en la investigación sobre conductores genéticos.

 “Los historiadores podrían considerar este desarrollo científico del 2015, —los conductores genéticos— como el momento ‘nuclear’ de la biología. Así como la primera reacción nuclear en cadena hace tres cuartos de siglo, la “reacción mutagénica en cadena” muestra un potencial de destrucción de amplio espectro con ramificaciones geopolíticas muy significativas”, explica Jim Thomas, Director de Programas del Grupo ETC. “Los pocos que desarrollan conductores genéticos, argumentan que su nueva herramienta podría eliminar la malaria o salvar aves en peligro de extinción. Sin embargo es claro que las promesas que hacen quienes tienen sus propios intereses en la tecnología no son de fiar; esta técnica implica riesgos enormes.” Grupo ETC, “Detengamos la bomba genética”, 8 de junio, 2016

Proponemos un nuevo modelo de Ciencia Digna que en un diálogo de saberes con los campesinos y campesinas del mundo que han alimentado a la humanidad por miles de años y hoy lo siguen haciendo. Hacemos nuestras las palabras de Andrés Carrasco en el documento que sirvió de base para la creación de nuestra organización: “Existe la necesidad urgente de establecer una red de científicos, con concepciones más respetuosas de la complejidad y con capacidad de interpelar a las empresas y las comunidades científicas que sostienen y promueven los OGM, denunciando las limitaciones de la tecnociencia biotecnológica, discutiendo, refutando y develando las falacias simplificadoras y reduccionistas que pretenden formar un corpus “teórico y científico” de la tecnología de manipulación genética, con el fin inconfeso de reemplazar la naturaleza a medida de las grandes corporaciones y gobiernos y blindar los procesos de apropiación por despojo del territorio y su gente a cualquier precio, incluso la muerte por exterminio”.

Es hora que los agricultores y la sociedad recuperen las iniciativas de la investigación científica basada en técnicas agroecológicas, basadas en las fortalezas locales, que reviertan el acelerado proceso de descampesinización; que los temas emergentes de salud sean tratados desde un punto de vista integral abordando los procesos de determinación social y ambiental que promueven la salud y los que generan la enfermedad.

Es impensable que los impactos y problemas sociales, ambientales y sanitarios que han sido generados por la expansión acrítica de un modelo basado en la tecnociencia de mercado, cuya principal motivación es la maximización de la ganancia económica, puedan solucionarse o atenuarse, sumando las nuevas quimeras de la revolución biotecnológica.

Nuestra contrapropuesta es la agroecología que prescinde del uso de pesticidas y fertilizantes derivados de la industria química, es sustentable en el tiempo y hace un manejo racional de recursos naturales brindando productos sanos y manteniendo o incrementando la fertilidad de los suelos. Los informes de Olivier de Schutter, relator especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, y del IAASTD señalan sin ambigüedades la alta capacidad productiva de la agricultura campesina y ecológica. Al mismo tiempo, consideran que ésta permite un mejor acceso a los alimentos, al apostar por una producción y comercialización local, con prácticas que respetan, conservan y mantienen la naturaleza.

En realidad, no sólo la agricultura campesina y ecológica puede alimentar al mundo sino que es la única capaz de hacerlo. No se trata de un retorno romántico al pasado ni de una idea bucólica del campo sino de hacer confluir los métodos campesinos de ayer con los saberes del mañana y democratizar radicalmente el sistema agroalimentario. Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina (UCCSNAL), Carta abierta sobre las nuevas tecnologías (como la edición genética, la biologia sintética, CRISOR-Cas, micro ARN y otras), 10 de mayo de 2016. 

Author: Biodiversidad