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Carmen Améndola, presente

by Nelson Alvarez Febles | 12 Oct 2006

Hay personas que pasan por nuestras vidas dejando toneladas de cosas buenas: compromiso inquebrantable con el cambio hacia un mundo mejor, unidad en la multiplicidad de los haceres, y sonrisas a manos llenas. Aunque no soy de los que más la conocimos, me considero privilegiado por la calidad de los momentos compartidos con Carmen Améndola, la compañera editora de la Revista Biodiversidad, recientemente fallecida. Durante casi 10 años trabajamos en la revista, en reuniones y seminarios en Uruguay y en viajes a varios países de esta América nuestra.

Eso sí, a Carmen tuve el privilegio de conocerla en muchas de sus facetas: militante social, investigadora, profesora universitaria, editora, agrónoma y socióloga, eterna estudiante, madre, esposa de su querido Beto, uruguaya. Y en todos esos haceres y estares de la vida nunca la faltó el compromiso, ese compromiso que distingue a aquellos que desde la humildad, con un estilo que puede pasar desapercibido, siempre dan un poquito más que los demás. A veces quizás hasta un poquito más allá de las fuerzas físicas, ese compromiso que a esos seres especiales parece que les sale del alma.

Carmen siempre me quiso hacer creer que aprendía mucho conmigo. Fue su manera de ser, dándole p’arriba a la gente, rápida en subrayar lo positivo. En la crítica necesaria, cuidadosa y certera. A los que fueron sus estudiantes tiene que haberles llamado la atención cómo se puede ser intelectualmente brillante sin caer en la arrogancia. Siempre he admirado a quienes, como Carmen, acometen con el mismo entusiasmo la coordinación de un evento universitario con invitados internacionales, como la corrección cuidadosa de una carta enviada para su publicación por una organización campesina. Creo que lo hice antes, pero de todas maneras aprovecho para decirlo ahora: Carmen, no sabes lo mucho que aprendí con vos.

Sé que somos muchas y muchos los que podríamos aportar con anécdotas sobre Carmen, y los invitamos a que manden una notita a la Revista con ellas. A mí me gustaría cerrar recordando a Carmen una mañana en la plaza de la ciudad de Cochabamba, cuando por azar fuimos testigos de un cabildo abierto donde miles de bolivianos discutían los pasos a seguir en la lucha por el agua. En algún momento miré a Carmen, que estaba a unos metros de distancia, y pude ver en su cara una sonrisa que traslucía el optimismo de que sí, otro mundo es posible.

Nelson Alvarez Febles
septiembre 2006

Author: Nelson Alvarez Febles