Biodiversidad entrevista a Pancha Rodríguez
En paralelo a la Conferencia de las Partes del Convenio en Biodiversidad se llevó a cabo una nueva edición de la escuela de mujeres de la CLOC latinoamericana de Organizaciones del Campo. La escuela fue, al mismo tiempo que un espacio de formación, un espacio de articulación de las manifestaciones contra la conferencia. Biodiversidad entrevistó a Pancha Rodríguez de ANAMURI y la Vía Campesina, quien analizó la situación actual y las perspectivas futuras de la escuela de mujeres.
—¿Cómo surge el proyecto de la escuela de formación de las mujeres campesinas y cuál es tu evaluación de la experiencia?
—La escuela surge de un proceso que viene haciendo la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC). Curiosamente, todo el trabajo de formación arranca de las discusiones de las mujeres en torno al tema de la biodiversidad. Hemos ido acumulando un proceso desde el primer taller que hicimos, de género y biodiversidad y del debate que dimos las mujeres del campo, en la prepración hacia Johannesburgo y después de eso hicimos un primer taller del Cono Sur. Comenzamos como un programa coyuntural, para ver el impacto del modelo en las mujeres. Creo que fue una rica experiencia porque partimos haciendo un proceso que nace desde los países y culmina en este encuentro regional. Y esta experiencia fue la que nos ha llevó a formular la escuela, proceso de formación del Cono Sur. La característica que tiene es que hacemos calzar la escuela con momentos políticos importantes. En Argentina fue en la Cumbre de los Pueblos, entonces el tema fue `mujeres y ALCA'. Pero siempre vinculando el tema, por ejemplo, de los acuerdos regionales frente a la biodiversidad y la soberanía alimentaria. Se ha trabajado con fineza, con inteligencia, fineza e inteligencia que se convierte en brutalidad en el impacto, en lo que cada una estamos viviendo cada día en nuestros países y nuestros sectores. Son procesos que parten desde la experiencia, desde lo local, para llegar a construir una propuesta común a lo regional pero también a la vez darnos fuerza, darnos ánimo, estimularnos, porque también es un
proceso interesante el que viven las mujeres al salir de su país, al encontrarse, al darse cuenta de que vivimos las mismas situaciones, incluso que nuestras formas de desarrollar la lucha son muy parecidas, por supuesto que con algunos matices con algunos énfasis en un país más que otro, de acuerdo con la situación que se va dando, en uno el problema de la tierra, en otro el mercado de trabajo, en otro es el desaparecimiento, el exterminio de la agricultura campesina, o el de la biodiversidad en su conjunto, incluida como centro y fuente importante el tema de las semillas. Esta participación, esta escuela _hecha simultáneamente con la Conferencia de Biodiversidad_ jugó un papel muy importante en el proceso de formación. Porque no era solamente juntarnos para resistir, o para exigir, sino que también hubo resistencia pero fue de frente, de cara a los gobiernos, una resistencia como alguien decía, que tuvo la fuerza del silencio de las acciones, pero que tuvo la fuerza, la alegría de la combatividad en el minuto que estábamos en la calle manifestándonos y haciendo fuerza. Aún cuando hicimos la acción dentro de la propia Conferencia, que fue el silencio, todas juntas fuimos un grito no solamente de alerta sino de advertencia de lo que los pueblos no estábamos dispuestos a dejar que se consagrara. Entonces me parece
que el tema de la escuela es rico, dinámico, diverso, impulsa a ir construyendo espacios de alianza, a ir pasando más allá de los que son nuestros sectores, traspasando fronteras, pero sobre todo ir construyendo esa identidad como mujeres en resistencia dentro de un movimiento que es de carácter regional y que traspasa fronteras para ser internacional y que nosotras somos una pieza clave de ese engranaje.
—Anteriormente las mujeres no habían participado tan claramente como fuerza en este tipo de conferencias. ¿Por qué pensaron que era importante la presencia de las mujeres campesinas en la COP y por qué pensaron que era importante vincularlo con la escuela de mujeres y de qué manera lograron hacerlo?
—Nosotras hemos participado en varias conferencias, hemos estado siempre presentes. Pero esta conferencia tenía una connotación especial. Para nosotras fue quizás uno de los retos más grandes difundir el debate que se iba a dar para transgredir la moratoria frente a las semillas Terminator. Y eso nos puso de pie. De todas maneras la escuela se iba a hacer, iba a ser parte del proceso de formación el acercamiento de líderes locales a estas conferencias, a ver cómo se mueven las empresas al interior de estas negociaciones para poner a los gobiernos del otro lado de la vereda contra sus propios pueblos. Entonces el hecho de que hoy en día estuviera en peligro la esencia misma de nuestra existencia, representada por las semillas, a nosotras nos fijó el reto y a eso fuimos. Creo que juntamos la fuerza suficiente para venir aquí y combatir este trabajo tan sucio del capital, fundamentalmente de los empresarios, para lograr que fuera levantada la moratoria contra Terminator. Nosotras sabíamos que era una batalla de vida o muerte y creo que esa convicción fue lo que nos hizo crecer. Crecimos, sacamos fuerza de donde creíamos que no teníamos. Pero además incluso al poder manifestarnos lo hicimos con pancartas, hechas por las propias mujeres, que estaban en todos los idiomas. Y yo no me di cuenta de eso hasta que estábamos adentro. O sea, buscamos que el mensaje fuera escuchado, para que fuera comprendido, y ese es un acto político.
Lo que teníamos por delante fue una provocación muy grande. Y otra cosa tiene que ver con lo que yo he señalado como `la encerrona' que nos hacen hacia la unidad, desde el punto de vista de ponernos en debate tres cosas tan importante para la vida, para la vida campesina, como son reforma agraria, agua y biodiversidad [1]. Incluso nos dieron vuelta el esquema. Porque se suponía que partíamos discutiendo biodiversidad, agua y terminábamos con reforma agraria, y sin embargo adelantaron como un elemento distractivo de las fuerzas que podíamos estar interfiriendo ante los acuerdos que pretendían alcanzar los intereses económicos, adelantando la conferencia de reforma agraria, y esto nos llevó a un desgaste como Via Campesina, y las mujeres entendimos que éramos la voz y éramos la Via Campesina puesta ahí. Y lo asumimos con una fuerza, un compromiso y una entereza que creo que nos sorprendió a nosotras mismas.
— ¿Qué otros temas se trataron en la escuela en Curitiba?
—Se analizaron las actividades, como la mesa de reforma agraria, y los temas que se han discutido aquí, como las patentes o la biopiratería, abordando no sólo los impactos que provocan sino también la responsabilidad que seguimos teniendo ante estos temas como mujeres. El tema de la biodiversidad es táctico, es un proceso de desarrollo en el cual todos contribuimos, pero particularmente las mujeres. Esos fueron los temas en que nos empoderarnos, porque tu vas entendiendo y le vas dando un valor diferente a todo
lo que haces, a lo que es parte de la rutina de trabajo, o de las estrategias de sobrevivencia económica. Es como algo ritual que se hace dentro de nuestra cultura, de la vida cotidiana, pero aquí se dimensiona y nos pone a nosotras en un sitial muy importante. Me parece que son las clases de empoderaramiento, de desarrollo personal más importantes, porque nos permite valorarnos y darle un sentido a toda nuestra sabiduría, a nuestro conocimiento... nos permite construir resistencia.
Este proceso de formación, además, nos permite relacionarnos; en esta conferencia confluimos muchos actores, de instituciones, de los movimientos, de amigos y amigas de la Via Campesina, de gente que se fue sumando en las protestas. Entonces también hay una dimensión diferente frente a las alianzas. Siempre las alianzas se han visto como políticas, frente a determinado proyecto político, pero acá son las alianzas de vida, por la vida y tienen una connotación que no es menos política. Creo que también las alianzas hoy en día tienen un carácter de hermandad, quedar hermanados en la propuesta, algo que es muy propio de nuestra cultura. El hecho de los intercambios, de la reciprocidad, es una cuestión de hermandad. Y aquí intercambiamos conocimiento, saberes y eso nos deja hermanados muchos sectores que antes muchas de las mujeres no teníamos ni idea que existían y que hoy día hablan con más propiedad de este proceso.
— ¿Cómo trasladan esta formación al nivel nacional y cómo repercute este proceso regional a nivel de los países?
—Creo que es el proceso que empezamos ahora. Darle seguimiento a los acuerdos que alcanzamos ahí es darle seguimiento a temas que parecían que eran de los expertos y no nuestros. Y ahora vemos que los expertos somos nosotros, con una modestia bastante grande. El seguimiento se está dado en cada país, por ejemplo con el tema de la soberanía alimentaria, se sabe que estamos preparando la Conferencia Mundial de Soberanía Alimentaria. Cuando estamos hablando de soberanía alimentaria nos estamos refieriendo no sólo al derecho a producir; estamos hablando de derechos que involucran la vida misma. Entonces sin duda que la experiencia de acá, los conocimientos acumulados y el despertar de lo que somos capaces, serán las experiencias que se pondrán en práctica dentro de cada organización, porque no son las personas sino las organizaciones las que se van enriqueciendo en su propuesta y en su apuesta. Ahora se viene un debate que tenemos frente al tema de los agrotóxicos y que no está desvincualdo de lo que fue nuestra discusión y lo que es nuestra lucha permanente contra los plaguicidas y contra el sistema. Se ha puesto en el tapete el tema de bioseguridad y alimentación y eso no está ajeno a nosotras, como no está ajeno el tema de alimentación, salud, trabajo, el tema de ambiente sano. No está separado de nada. Entonces nosotras tenemos que estar incorporando en nuestro debate todo lo que nos va poniendo el debate de los gobiernos. Porque cuando aparecen estos temas, es porque algo ya se traen entre manos, entonces tenemos que ser más suspicaces. Esto nos pone en un reto bastante grande de cómo enfrentamos las nuevas agresiones que se nos vienen delante. Cada vez que un tema se pone en el tapete es porque la máquina ya está corriendo.
— ¿Cómo se manifestó la campaña de las semillas en Curitiba; tuvieron alguna acción en torno a las semillas?
—Pensábamos hacer un gran debate en torno a las semillas y lo que hicimos fue una gran fiesta de las semillas. En la campaña, el proceso de la escuela, en cada uno de los momentos, porque previo a eso, yo creo que en Curitiba cumplimos no una tarea sino varias. Hicimos una evaluación de la campaña para concluir que tiene su propio ritmo, camina por sí sola. Porque en alguna medida el planteamiento político que hicimos en el lanzamiento de la campaña interpreta a gente mucho más allá de la Vía Campesina. Creo que la campaña tiene sentimientos muy fuertes, que unen a los pueblos, hermanan a los pueblos, en que nos vemos como uno solo y en que -a pesar de las diferencias de idioma o clima- incluso las bases culturales de nuestros pueblos, muy dadas por la identidad local, hallan su punto de encuentro en lo que nosotros hemos llamado el "corazón de la soberanía alimentaria". La semilla es el corazón de la soberanía alimentaria. Está tan claro para nosotras, que si nuestro corazón deja de latir inevitablemente se acaba la vida; si nuestra semilla desaparece se acaba la vida, nuestra vida, la vida de las comunidades campesinas, de las comunidades indígenas, pero también se acaba la vida de la que respiran nuestros países. La Campaña tiene las particularidades propias de cada país, de cada región; si la uniformizáramos quizás la campaña moriría. Pero lo que tiene son principios que son claros y válidos para todos. El reconocer que la semilla es una obra de los indígenas y campesinos, que es patrimonio de nuestros pueblos y que nuestros pueblos generosamente la han puestos al servicio de la humanidad, es uno de los puntos clave. Eso es lo que le da el carácter a nuestra campaña por la defensa de las semillas, que son el corazón de la soberanía alimentaria pero también el corazón que late en la defensa de nuestra biodiversidad.
—¿Qué es lo que se proponen de aquí a futuro? Mencionaste el Foro Mundial de Soberanía Alimentaria, ¿cómo se va a articular el proceso de formación con ese Foro?
—El Foro es un gran debate mundial que tenemos que hacer con la gente, con las organizaciones, con las mujeres, con los hombres, con los jóvenes, con los niños. Creo que es un espacio importantísimo y eso va a depender mucho de nosotras y de nuestras organizaciones. Por eso este año dijimos que nosotras caminábamos en función de este reto que teníamos por delante. Primero hay todo un debate que parte desde este mes de junio en el Cono Sur. Tenemos que ser capaces de traspasar las fronteras de nuestros territorios para juntarnos con otros sectores, desde los pobladores, estudiantes, trabajadores y trabajadoras, incluidos los planteamientos a nuestras autoridades locales para poder arremeter contra las amenazas del capital.
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Nota
1 Pancha Rodríguez hace referencia aquí a la casi simultaneidad de la Conferencia Internacional sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural del 7 al 10 de marzo en Porto Alegre, la tercera Reunión de las Partes del Protocolo Internacional de Cartagena sobre Bioseguridad del 13 al 17 de marzo y la octava Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica de Naciones Unidas del 20 al 31 de marzo, en Curitiba, Brasil y el cuarto Foro Mundial del Agua en México del 16 al 22 de marzo.