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Rescatando biodiversidad en Colombia

by Biodiversidad entrevista a Germán Vélez | 27 Apr 2004
biodiversidad en Colombia

Biodiversidad entrevista a Germán Vélez (*)

(*) Entrevista realizada por Carlos Vicente en diciembre de 2003. Germán Vélez es Ingeniero Agrónomo, integrante del Grupo Semillas de Colombia, director de la revista Semillas en la economía campesina e integrante del Consejo Asesor de Biodiversidad. Germán puede ser contactado en [email protected] y el sitio de la revista es www.semillas.org.co

¿Cómo iniciaste tu trabajo con la biodiversidad agrícola?

El primer acercamiento al trabajo con la biodiversidad lo tuve entre 1988 y 1994 con comunidades indígenas de la amazonía colombiana. Estuvimos esos años viviendo y conviviendo con comunidades amazónicas e investigando como funcionan los sistemas agroforestales de chacras indígenas. Realizamos investigaciones sobre la diversidad agrícola y la complejidad cultural alrededor de la agricultura amazónica y ese fue el primer acercamiento a nivel de los grupos indígenas y de las poblaciones locales.

Posteriormente cuando regresé a Bogotá me incorporé al grupo Semillas de la Fundación Swissaid y con ellos empezamos a hacer trabajos de apoyo y asesoría a las organizaciones indígenas, negras y campesinas de diferentes regiones del país en temas de recuperación, conservación y manejo de la diversidad y del conocimiento tradicional. Se inició el trabajo brindando apoyo en el tema de la recuperación y manejo de las semillas locales pero también mirándolo integralmente con el contexto político.

A mediados de la década del 90 comenzó a surgir la preocupación de los grupos locales por el tema de la privatización de la vida, las patentes y los derechos colectivos y así surgió la necesidad de hacer un trabajo integrado de cómo recuperar y rescatar las semillas locales pero también dándole la dimensión y el componente de la problemática política y de la gestión pública en torno al manejo de los recursos genéticos. Entonces se fue consolidando el trabajo de asesoría y acompañamiento a las organizaciones acerca de cómo buscar estrategias de defensa y control local de sus recursos y de cómo dimensionar las políticas públicas alrededor del tema.

¿Cómo te impactó personalmente la convivencia con la realidad de los pueblos amazónicos, más allá de la investigación?

Esta fue una experiencia muy interesante pues fue una oportunidad para replantear y reeducar toda la concepción que tenía de la agricultura. Tú sabes que cuando uno sale de la universidad sale con todas las taras y la dimensión que te da la educación formal, pensando en la agricultura convencional y llegas a un sitio donde primero debes desaprender lo que habías estudiado y luego aprender a mirar el mundo, el medio ambiente, los medios productivos y la cultura de una forma integrada, mucho más con la complejidad que tiene este mundo indígena. Esto me permitió tener otro tipo de mirada y de aprendizaje respecto de la agricultura y desarrollar una sensibilidad hacia los pueblos indígenas y campesinos que tienen otro esquema de agricultura diferente al convencional.

¿Cómo nace la revista Semillas en este proceso?

La revista Semillas nace precisamente a raíz del trabajo con las comunidades indígenas y campesinas en el tema de la recuperación y manejo de la biodiversidad y el contexto político alrededor de la problemática de la diversidad. Se vio la necesidad de tener un medio de comunicación, inicialmente con las comunidades locales, para que pudieran conocer la dimensión política del tema y también para que pudieran tener un espacio para que las propias comunidades plasmaran sus experiencias locales en el manejo de la biodiversidad.

La revista tiene dos partes, una para temas generales de contexto y otra de experiencias locales de manejo de la biodiversidad. Allí el énfasis que le damos y la prioridad es que la mayoría de los artículos sean escritos por las mismas organizaciones locales, para que ellas tengan ese espacio de reflexión y de intercambio, para que ellas mismas puedan tener una mirada desde sus experiencias y poder compartirla con otros grupos.

Lo que le da una característica única a la revista al darle un espacio tan importante a la palabra de las mismas comunidades.

Ese es el objetivo, aunque a veces es un reto difícil esto de poner a escribir a la gente local; tú lo debes conocer por la revista Biodiversidad. Este es un trabajo que le da mucha fuerza y dimensión a las organizaciones locales, que normalmente no tienen espacios para escribir sus experiencias. La idea es ayudar un poco a las organizaciones a ordenar esas ideas para poderlas plasmar en un documento, porque a veces ellas tienen dificultades para hacer este tipo de documentación. Pero creo que es un buen ejercicio que les ha ayudado mucho a avanzar en procesos de sistematización y de registro de sus experiencias

¿Cuántos años tiene la revista?

Sale desde el año 1994; estamos ahora en el número 20. Se publican dos números al año, ocasionalmente tres. Un factor limitante es que no tenemos un equipo encargado de la revista y también nos cuesta lograr los artículos de las organizaciones, a veces estamos tres o cuatro meses detrás de los grupos para que nos entreguen los artículos; por eso hemos decidido preparar dos números de mayor volumen. Al publicar semestralmente tenemos más posibilidad de juntar los materiales.

Además del rescate práctico de las semillas locales ¿qué han hecho en el tema político de los derechos colectivos?

Hemos trabajado mucho en actividades de capacitación y de sensibilización a los grupos locales sobre la problemática de la privatización de la vida, los mecanismos de defensa y control de los recursos locales. Con algunos grupos se ha trabajado para diseñar estrategias de control interno de sus territorios, porque cuando hablamos del control de la biodiversidad no es un elemento aislado de la integralidad de los derechos colectivos, porque para poder defender la biodiversidad primero hay que poder defender el territorio.

Hace algunos años se trabajó mucho en proyectos con comunidades indígenas diseñando estrategias de control interno de defensa de los territorios, diseñando mecanismos tanto desde el ámbito jurídico formal como desde el ámbito informal. Estrategias para establecer algunos reglamentos y lineamientos de las organizaciones locales para los agentes externos que interactúan en los territorios o con los grupos locales. Algunos grupos avanzaron parcialmente, otros más fuertemente en diseñar estrategias de control de las investigaciones que se hacen en los territorios locales, en poder dimensionar y entender un poco los diferentes actores que interactúan en las comunidades para establecer un vínculo de relación mucho más transparente, más acorde con el reconocimiento de estos derechos colectivos. Ese tipo de dinámica se ha hecho a través de talleres, seminarios y encuentros donde algunos grupos han abordado este tema en forma muy integral con el tema de la soberanía alimentaria y la búsqueda de estrategias y alternativas alrededor de la biodiversidad.

Las comunidades han ido trabajando este tema de la recuperación y manejo de la biodiversidad local con el componente de la importancia de su seguridad alimentaria, pero también dimensionando el tema político alrededor de por qué es importante defender la biodiversidad, alrededor de la problemática de la privatización y de los transgénicos y entender de donde viene el colapso de la agricultura local a partir de los acuerdos comerciales que están influyendo en la agricultura local y nacional. Hacemos muchas actividades de capacitación y asesoría alrededor de estos temas, para que las organizaciones se vayan mejorando en calidad y entendiendo un poco la dimensión política alrededor de la defensa de la biodiversidad

Colombia ha pasado a ser importador de maíz, según me has comentado recientemente.

Sí, lo que ha pasado en Colombia es dramático. Nosotros en diez años hemos dejado de ser autosuficientes a nivel alimentario para ser importadores netos de alimentos. Actualmente importamos 8 millones de toneladas de alimentos al año, de los cuales 2 millones son de maíz que corresponden al 75% del consumo nacional. Y de soja importamos el 85%, sólo por hablar de los dos cultivos más críticos y cuestionados de los transgénicos. Pero también importamos papa, arroz, yuca y otros alimentos básicos que producía Colombia y que incluso exportábamos. Esa dimensión política y económica, que hay detrás de esta crisis es un poco lo que se ha venido trabajando con las comunidades para que tengan más herramientas para saber como enfrentar estos aspectos.

Al discutir las comunidades el tema del acceso a la biodiversidad ¿trataron en algún momento una moratoria a la bioprospección o al acceso a los recursos genéticos?

Hace algunos años se discutió bastante ese tema. Quien estuvo al frente de estas propuestas de moratoria a la bioprospección fue el ex-senador Lorenzo Muelas, con quien trabajamos muy coordinadamente cuando estuvo en el Congreso. Muchas organizaciones en esa época (del 95 al 98) tomaron esa posición con fuerza, especialmente organizaciones indígenas que tomaron la decisión de cerrar algunas puertas a la bioprospección en forma parcial y otras en forma total. Hay algunas organizaciones que continúan con esa dinámica de no aceptar investigaciones externas en sus territorios hasta tanto no hayan condiciones más claras sobre qué es lo que está pasando y cómo proteger sus derechos colectivos, derechos sobre la biodiversidad y no sólo evitar la biopiratería.

Definitivamente en los últimos años este tema ha estado un poco relegado por varios motivos; uno es porque, en realidad, en Colombia actualmente hay muy poca gente que esté haciendo trabajo activo en estos temas. El otro motivo es el tema de la guerra, que también ha puesto en un segundo plano a todas estas discusiones. Los grupos indígenas están más centrados y preocupados por el tema del desplazamiento y por la supervivencia en medio del conflicto. Sobre todo luego de que las comunidades también bajaron las expectativas acerca de las posibilidades que pueden existir en los marcos jurídicos tanto a nivel nacional como internacional, porque todos sabemos que casi hemos perdido la posibilidad de cambiar o avanzar en estos escenarios políticos normativos en el reconocimiento de los derechos.

Sí, creo muy importante que transmitas esta visión desde Colombia pues allí se ha hecho mucho trabajo en la búsqueda de derechos sui generis, de legislaciones adecuadas, de legislación para el acceso. Y que hoy se viva esta experiencia directa y que se vea que este no es el camino, es muy importante.

Claro. Y lo importante es ver el proceso que se vive ahora en Colombia en medio del conflicto, en medio de la crisis de la agricultura. Uno ve muchas luces de esperanza que dicen que las comunidades locales tienen una gran fortaleza y fuerza en la capacidad de resistencia civil ante toda esta arremetida. Y a pesar de todo uno ve florecer por todo el país un montón de iniciativas locales de manejo de la biodiversidad, desde el enfoque agroecológico en contraposición a esta arremetida y es que las comunidades cada día se dan cuenta de que el modelo que les están promoviendo e imponiendo ha fracasado totalmente y ven como única alternativa consolidarse como grupos agroecológicos y buscan la agricultura orgánica, o sea que no se sientan a esperar que las iniciativas vengan del sector gubernamental.

Han surgido infinidad de propuestas y de trabajos locales, muchos de ellos de una forma muy aislada pues por efecto del conflicto las organizaciones de primer, de segundo y de tercer nivel han sido en cierta forma desvertebradas y desmembradas. Pero a pesar de eso los grupos siguen en esta dinámica y cada vez hay más reuniones, talleres y encuentros. Precisamente este fin de semana estaba en un taller de soberanía alimentaria donde había más de 250 personas de todo el país, en una feria hermosísima de semillas y con discusiones alrededor de toda esta temática.

Los encuentros sobre biodiversidad no son para hablar de lo bonito que son las semillas e intercambiarlas sino también para dimensionar el problema alrededor de la biodiversidad, de las políticas, del ALCA, de los transgénicos y cada día la gente va armando redes a nivel local y a nivel regional y consolidando dinámicas a nivel nacional y mirando un poco como incorporarse a las dinámicas internacionales. Por ejemplo, en esta última reunión estuvimos analizando cómo incorporarnos a la Campaña Mundial de las Semillas de la Vía Campesina, cómo articular todos estos grupos locales hacia esa globalización de las luchas en defensa de la biodiversidad y del contexto político.

Claro, la visión es que se espera menos de los gobiernos tanto a nivel nacional como a nivel internacional de los foros como Naciones Unidas, pues la gente ha decidido tomar la soberanía alimentaria en sus propias manos porque ese es el único camino posible.

Exacto. Eso es.

Yo veo que esto pasa en Argentina, en Chile y en América Latina en general, pero ustedes lo viven en una situación muy especial, una situación de guerra, con el Plan Colombia en vigencia ¿Qué papel juega la situación de guerra, cómo influye en las comunidades?

La situación de guerra impacta porque la guerra uno de los primeros efectos que tiene es que rompe todos los tejidos sociales, especialmente en el campo, pues donde más se sufre y donde más se vive la guerra es en el campo. Esto significa que grupos indígenas, grupos campesinos y comunidades negras han sido los más afectados por el desplazamiento forzado que los ha obligado a salir de sus territorios. En los últimos diez años han sido desplazadas casi tres millones de personas de los territorios locales y las más golpeadas han sido las comunidades campesinas e indígenas. Esto ha tenido impactos muy grandes en la seguridad alimentaria, en la pérdida de la biodiversidad.

Porque tú sabes: cuando una comunidad o una familia es desplazada lo primero que se pierde son sus recursos locales, especialmente sus semillas, sus animales y muchas de estas variedades locales. Sobre todo en territorios donde ya vienen siendo amenazadas por el modelo de la Revolución Verde y por todas las otras políticas globales y nacionales. Muchos no pueden regresar a sus territorios, muchas de estas variedades se han perdido y eso afecta mucho los sistemas productivos, el conocimiento tradicional y la totalidad de la biodiversidad.

¿Ustedes han trabajado con comunidades desplazadas?

Con algunas sí. La Fundación Swissaid trabajaba mucho con poblaciones en las zonas de conflicto; muchas de ellas han sido desplazadas, otras han tenido la posibilidad de retornar y con ellas hemos trabajado este tema de la recuperación de la biodiversidad y su seguridad alimentaria en medio del conflicto. En estas condiciones, incluso hay algunas experiencias muy interesantes de poblaciones indígenas que fueron desplazadas totalmente y que pudieron recuperar sus semillas locales después de estar casi un año fuera de sus territorios, pero estos son casos donde fue posible.

Hay muchísimos casos en el país donde las poblaciones desplazadas sencillamente viven miserablemente en las ciudades, no retornan a sus territorios y allí sí hay problemas porque muchos de estos desplazamientos están relacionados con el conflicto, con el control de los territorios, que tiene que ver con los grupos armados y los megaproyectos. Las poblaciones han sido desplazadas o el conflicto se ha acentuado especialmente en las zonas donde existen intereses económicos y también grandes proyectos mineros, hidroeléctricos y grandes vías de penetración; incluso también proyectos de bioprospección de ecosistemas estratégicos de alta megabiodiversidad.

Todo esto se conjuga alrededor del contexto de la guerra, en la que está también involucrado el narcotráfico y el control del territorios por los grupos armados; se controlan territorios por uno u otro bando y la población queda en el medio del sandwich entre los sectores armados sin ninguna posibilidad de organizarse, ni de consolidar sus procesos locales alrededor de sus sistemas productivos. Esa es la dificultad que tenemos en algunas organizaciones donde se ha trabajado en la recuperación de sus sistemas productivos en el conflicto; pero cuando vuelven nuevamente las condiciones del conflicto, al ser desplazadas, otra vez gran parte del trabajo se pierde.

Consolidar una propuesta de este tipo requiere estabilidad o cierta estabilidad a largo plazo para que la misma tenga continuidad. Pero, a pesar de ello, en el país, como las mismas comunidades han diseñado sus propias estrategias para poder avanzar y no dejar que estas alternativas se caigan, tenemos experiencias muy valiosas de grupos locales que llevan diez o quince años consolidando sus trabajos de manejo agroecológico y de la biodiversidad.

Semillas de identidad es uno de los trabajos en los que has estado involucrado.

Sí. Es un trabajo muy bonito, es una iniciativa de unas diez organizaciones indígenas y campesinas de la región Caribe, donde muchas de ellas que tienen trabajos aislados en sus comunidades han visto la necesidad de formar una Red. Se llama la Red Agroecológica del Caribe y están trabajando temas alrededor de la defensa y la recuperación de la cultura del maíz, que es una cultura muy fuerte en la región Caribe, y dimensionando un poco el contexto político a través de la propuesta agroecológica.

Es un trabajo muy importante especialmente ahora, ante la nueva amenaza que tenemos con la introducción del maíz transgénico en Colombia. Hay mucha preocupación en el país porque el gobierno nacional frente a la crisis del sector agrícola plantea que la alternativa que tenemos para solucionarla es meternos de lleno en los transgénicos y esta es una política muy acorde con todos estos acuerdos bilaterales y todas las expectativas que tiene nuestro país de meterse no solamente en el ALCA sino en firmar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.

Una de las prioridades de todos esos acuerdos es introducir los transgénicos a gran escala en el país y la propuesta del gobierno nacional es liberar masivamente el algodón transgénico. Ya prácticamente se generalizó la autorización para la liberalización para la siembra en todo el país, porque inicialmente había sido solo en la zona Caribe.

Ahorita se plantean ensayos de maíz transgénico y aquí la cuestión es bastante delicada porque ya estamos hablando de la comida, de la soberanía y de la seguridad alimentaria del país y tenemos un problema crítico porque nosotros somos uno de los países de mayor biodiversidad del maíz luego de México. Colombia tiene una altísima biodiversidad por ser un sitio de convergencia de todo el proceso de evolución y de domesticación del maíz tanto en la zona de Mesoamérica como de Sudamérica; aquí confluye una gran biodiversidad del maíz, que se concentra especialmente en la región Caribe. Por eso es que en la región Caribe de Colombia hay mucha preocupación en las comunidades indígenas y campesinas, porque para ellos la cultura del maíz es un elemento fundamental y se ve como una amenaza muy fuerte la posible contaminación. Se teme una catástrofe igual a la que ha ocurrido en México en la zona de origen del maíz por la contaminación del mismo.

Ahora estas organizaciones empiezan a organizarse y a conformar redes de trabajo no sólo para mirar integralmente las propuestas agroecológicas que tienen sino también para desarrollar estrategias de defensa alrededor del maíz en la región Caribe y también para articularse con otras dinámicas que puedan tener los otros grupos en el resto del país.

¿Qué estrategia se han dado tanto en Semillas como en las otras organizaciones con las que trabajan en cuanto a la resistencia a los transgénicos en estos últimos años que lleva el proceso de su introducción en Colombia?

El trabajo desde la sociedad civil ha sido muy poco crítico porque estos temas han sido muy marginales para la población en general, que está totalmente aislada del debate; por un lado, porque el gobierno nacional y las multinacionales tienen limitado el tema al círculo pequeño de los centros académicos, la industria y los ámbitos gubernamentales, y por otro porque son pocas las organizaciones de la sociedad civil que están trabajando sistemática y activamente en estos temas.

Desde hace algunos años hemos venido activando junto a otras personas la discusión sobre transgénicos y se ha ido generando una opinión pública y sobre todo se ha trabajado con los grupos locales de agricultores, sensibilizándoles sobre estos temas. Desde Semillas hemos trabajado cubriendo los distintos sectores de la sociedad como los consumidores y llegando con mayor fuerza al ámbito académico y generando debate en las universidades acerca de los transgénicos.

Tenemos una limitación muy grande en los medios de comunicación, que todavía no le dan la importancia debida a este tema y por ello tiene muy bajo perfil en todo el país en la opinión pública. Sin embargo, lo que ha pasado alrededor de la liberalización del algodón transgénico en Colombia en los últimos dos años ha generado un debate público bastante importante. Está saliendo el tema del círculo pequeño y cada vez más la gente en general ha visto de una forma crítica como se ha liberado el algodón transgénico, tanto porque en el país no se han hecho las pruebas de bioseguridad necesarias que se tramitan en cualquier proceso de liberalización en el mundo, pero también por todas las irregularidades que se cometieron en la liberalización del algodón transgénico en el Consejo Técnico Nacional (CTN).

Eso generó una indignación a nivel nacional e internacional por la forma como estas multinacionales quieren introducir los transgénicos en nuestro país, sobre todo cuando no hay ni siquiera posibilidad de que la opinión pública opine sobre el tema y también porque se deslegitima y se bloquea cualquier iniciativa de la sociedad civil tildándola de acciones de bioterrorismo y fundamentalismo contra el desarrollo de la ciencia y la tecnología. No hay una apertura ni un debate amplio y abierto con altura técnica y científica para que el país tome este tema como una discusión seria y en la que la poblacion participe. Son decisiones que se toman unilateral y verticalmente desde el gobierno nacional pasando por encima de todas las instancias tanto normativas como las instancias de la opinión pública.

Es bastante ejemplificador la manera en que fue nombrado el vicepresidente de esta Comisión y como se aprobó el algodón Bt (1).

Sí eso es totalmente aberrante y es el primer país del mundo donde el vicepresidente de la CTN es un funcionario de Monsanto que hace la solicitud de aprobar sus propios productos, y es el que monta los diseños para legitimar la introducción del algodón transgénico. Se hicieron dos ensayitos puntuales en un ciclo de cultivo y como en ese ensayo no pasó nada -ensayo que fue diseñado, montado y financiado por Monsanto- sacaron la conclusión que no pasaba nada con la biodiversidad, a pesar de que Colombia es centro de origen de algunas de las especies silvestres de algodón. Nosotros tenemos aquí en Colombia un banco de germoplasma con unas 400 accesiones de origen nacional. Sin embargo el Ministerio de Agricultura sigue insistiendo en que en Colombia no hay variedades nativas de algodón a pesar de que el mismo banco es del Ministerio de Agricultura.

No se hicieron estudios de bioseguridad ni del impacto que pueda tener en la biodiversidad local, ni del impacto que pueda tener en la resistencia de los insectos a las plagas, ni los efectos en los microorganismos del suelo, ni los efectos socioeconómicos que puede tener el cultivo en los agricultores de algodón. Otro aspecto que nos muestra que en realidad el gobierno no está interesado en resolver los problemas de la agricultura del algodón sino en beneficiar una empresa es que el algodón Bt que se va cultivar en Colombia no soluciona el problema de las plagas que tenemos. La principal plaga aquí es un coleóptero que se llama picudo y para su control se gasta el 70% de los insecticidas que se utilizan en el sector algodonero. Pues entonces estamos introduciendo una tecnología muy costosa, muy ineficiente que no está controlando el verdadero problema y entonces no va a resolver nada.

Otro hecho que demuestra la total alianza industria/gobierno es el maíz que se quiere introducir en el país. Colombia quiere introducir el maíz resistente al barrenador del tallo europeo (Ostrinia nubilalis), que es una plaga que prácticamente no existe en el trópico. ¿Entonces qué estamos haciendo con un maíz que ni siquiera va a resolver una plaga importante en el país? Pero como hay una empresa que está interesada en introducir los transgénicos en el país, entonces se tomó la decisión de seguir en esta línea.

En relación al maíz ¿en qué estado está la autorización?

En este momento se aprobaron los ensayos de campo a pequeña escala en varias regiones maiceras del país: en el Caribe, la región andina y los llanos orientales donde se están haciendo unos ensayos muy puntuales como se hizo con el algodón. Y también con el agravante que como afirman que no somos centro de origen del maíz entonces no pasa nada, como si el problema sólo fuera el centro de origen.

En Colombia tenemos cientos de variedades nativas que podrían verse amenazadas, pero quizá lo más preocupante, más que el tema de los cultivos que aún no están masificados, es que ahora estamos comiendo maíz transgénico hace muchos años, a escalas muy grandes porque nosotros estamos importando más de dos millones de toneladas de maíz.

¿Ustedes han analizado ese maíz?

Hemos hecho algunas pruebas puntuales, con algunos maíces de campo y algunos maíces comprados en supermercados; todavía no tenemos resultados contundentes pero sí creemos que es urgente y necesario hacer un trabajo sistemático como el que se hizo en México. Debemos hacer una evaluación en las diferentes regiones donde se cultiva maíz en el país. Yo tengo la sospecha que debe haber mucho maíz transgénico ilegal sembrado o que de forma accidental se ha contaminado con las variedades nativas. Esto puede haber ocurrido o estar ocurriendo; algo similar a lo que pasó en México, donde la invasión de la importación de maíz hizo casi imposible evitar que llegara a las comunidades locales en forma directa o indirecta. Es probable que, sin siquiera sospecharlo, ya haya buena parte de maíz contaminado en diferentes zonas, y ninguna autoridad competente hace absolutamente nada porque nosotros no tenemos una norma de bioseguridad que establezca algún control a la tecnología y a los transgénicos, especialmente en la alimentación. Acá existe sólo una norma puntual alrededor de la introducción de semillas transgénicas pero todos los otros transgénicos no tienen un control adecuado en el país y no existe nada alrededor de esto.

Estamos entrando maíz y soja sin ningún control. De hecho, nosotros hace dos años hicimos un estudio genético de la soja que se está distribuyendo en los programas de ayuda alimentaria en el país. Esta acción la hicimos coordinadamente con varias organizaciones de otros países andinos, entre ellos Acción Ecológica (Ecuador), y a través de la Red por una América Latina Libre de Transgénicos hicimos la evaluación de la soja que se estaba distribuyendo en los programas de ayuda alimentaria en los países andinos. El caso más dramático, más crítico, lo encontramos aquí en Colombia a partir de tres muestras puntuales que se tomaron en tres bodegas del Instituto de Bienestar Familiar que es la entidad que hace la distribución de alimentos para la población infantil marginada, y descubrimos que el 90% era soja transgénica, evidentemente soja RR de Monsanto. A pesar de que se hicieron las denuncias del caso y acciones públicas ninguna autoridad competente hizo prácticamente nada y el país sigue importando la soja sin ningún control y se sigue distribuyendo sobre todo para la población infantil que está más marginada en el país.

Se repite el mismo patrón en toda América Latina. Aquí en Argentina conocemos muy bien del tema ya que tenemos el programa Soja Solidaria. Con respecto al algodón Bt ¿han trabajado también realizando acciones legales?

Precisamente, a raíz de las irregularidades que ocurrieron en la liberalización del algodón transgénico en Colombia luego de intentar seguir las vías convencionales para hacer denuncias y buscar que se tomaran los correctivos, ninguna autoridad competente quiso hacer nada. A raíz de ello varias organizaciones de la sociedad civil donde estaba el grupo Semillas, Consumidores de Colombia y el grupo de Acciones Públicas de la Universidad del Rosario tomamos la decisión de hacer una Acción Popular en contra del Ministerio de Agricultura y del ICA por haber liberado el algodón transgénico en Colombia. Esta demanda está aún en estudio, en curso, y es difícil que salga a favor de la sociedad y en contra de los transgénicos ya que el magistrado que interviene no está interesado en el tema o ha estado muy cerca de las acciones gubernamentales.

Paralelamente a ésta se hizo otra acción popular que fue presentada por un abogado de la Universidad del Rosario y coordinadamente con nosotros donde se hizo una demanda en contra del Ministerio del Medio Ambiente y de Monsanto, porque nosotros consideramos que no se tramitó una licencia ambiental por parte de la autoridad nacional competente en materia ambiental. Nosotros argumentamos que cualquier cultivo Bt tal como ha sido declarado en todas las normativas mundiales, especialmente por la Agencia de Protección Ambiental norteamericana (EPA, por sus siglas en inglés) y la Comunidad Europea tienen una regulación muy fuerte y muy estricta para los cultivos Bt, que van mucho más allá que en cuanto a otro transgénico, por todas las implicaciones y posibles riesgos que tienen.

La EPA declara a los cultivos Bt como bioplaguicidas y por lo tanto deben cumplir con pruebas de impacto ambiental y en la salud humana, muy estrictos, que en nuestro caso son equivalente a lo que se llama una licencia ambiental. Pero tenemos una situación bastante crítica con el tema ambiental en el país porque el nuevo gobierno nacional está intentando desmontar prácticamente lo que es el Ministerio del Medio Ambiente y el tema ambiental ha quedado relegado a un segundo plano, a tal punto que se fusionó el Ministerio de Medio Ambiente con el Ministerio de Vivienda, donde la prioridad es el tema de la vivienda.

Nosotros vemos que el Ministerio no ha querido actuar como autoridad ambiental en el tema de la regulación de la biotecnología y por eso se hizo esta demanda, porque nosotros consideramos que está incurriendo en una falta grave de omisión de sus funciones, por no impedir que en el país entrara el algodón transgénico sin los debidos controles. Se hizo una acción popular que recientemente, en el mes de octubre, tuvo un fallo judicial en contra del Ministerio de Medio Ambiente y de Monsanto, exigiéndole al Ministerio que tramite la licencia ambiental. Y adicionalmente se exige un proceso de participación ciudadana en la aprobación del algodón Bt en Colombia, y también deriva todo lo que tiene que ver con la moralidad administrativa y las posibles irregularidades que se hayan cometido en la aprobación del algodón Bt a la Procuraduría General de la Nación para que haga una investigación de los funcionarios que otorgaron esta autorización.

Este fallo, a pesar de que fue apelado por los demandados, ya pasaría a una instancia superior para ser estudiado por el Consejo de Estado. Esta es una instancia bastante compleja y difícil, sobre todo porque en nuestro país el Consejo está muy cercano y alineado con las políticas gubernamentales. Pero de todas maneras creemos que es un logro muy importante porque deja el precedente que también las vías jurídicas pueden servir como complemento, como una herramienta en toda esta pelea alrededor de los transgénicos.

Esta es la primera acción popular sobre transgénicos que sale positiva, lo que nos permite ver que la rama judicial está involucrándose en la toma de decisiones alrededor del tema y esto ha permitido que la opinión pública empiece activamente a participar en estos debates públicos. Y creemos que nos muestra caminos posibles para esta lucha y que tal vez empiecen a confluir iniciativas o trabajos de otras organizaciones que puedan abordar también esta problemática.

O sea que el frente judicial de lucha no es único pero sí puede ser un complemento importante del trabajo de concientización, de educación y de resistencia popular.

Definitivamente yo creo que todos los países de América Latina nos hemos dado cuenta que no se trata de buscar una alternativa única ni tampoco pensar que hay una sola estrategia sino que tenemos que buscar muchas estrategias integrales donde combinemos el trabajo de la resistencia civil, de la capacitación, de la movilización, de clarificación técnica alrededor del tema y de la discusión política y técnica pero también mirar cómo podemos tener acciones desde el ámbito judicial.

Un buen ejemplo es Brasil, donde las acciones judiciales han permitido por lo menos demorar toda la arremetida que existe desde la industria. Y esto nos muestra que definitivamente la industria y los gobiernos están preocupados porque no han podido avanzar de la forma en que hubieran querido y una de las herramientas ha sido la vía judicial, pues algunos fallos han limitado estos aspectos.

Ya viendo un contexto más global de defensa de la biodiversidad ¿por dónde ves que pasan los caminos de resistencia y de defensa de la biodiversidad agrícola en las comunidades, no solo en Colombia sino en toda América Latina donde tienes una fuerte inserción?

Cada vez más nos damos cuenta en América Latina y en el mundo que el camino que tenemos que seguir es fortalecer todas estas iniciativas desde lo local hasta lo global. En los últimos quince años han florecido iniciativas de manejo de la biodiversidad, de sistemas de producción agroecológicos y de agricultura limpia, y éstas nos muestran que el modelo que se impuso en los últimos 50 años ha fracasado radicalmente.

En especial en las poblaciones de pequeños agricultores de todo el mundo e incluso la agricultura a escala ha fracasado con este modelo, lo único que la mantiene en pie son los enormes subsidios económicos que tienen los agricultores del norte. Pero este modelo ya está totalmente comprobado que fracasa y por ello se han generado todas estas alternativas locales que no solamente están empezando a articularse a través de la propuesta de la soberanía alimentaria sino también de la dimensión política que hay alrededor de la lucha y de la defensa de la biodiversidad y que hemos podido constatar todos nosotros en el proyecto "Cultivando Diversidad" que fue una iniciativa de GRAIN y otras organizaciones (2).

Con este trabajo tuvimos la posibilidad de conocer cómo en todo el mundo las organizaciones indígenas, negras y campesinas están trabajando hacia un mismo objetivo y con enfoques y ejes directrices similares, con sus particularidades; pero todos trabajando para consolidarse como grupos locales con propuestas agroecológicas alternativas y uniéndose para enfrentar todo este modelo globalizador arrasante en todas sus dimensiones.

Esto nos muestra que las luces están por ahí, que estas alternativas cada vez tienen más fuerza y que se han ido articulando a luchas de otros movimientos sociales que están trabajando no sólo la dimensión de la autonomía de los países en sus economías y las poblaciones marginadas sino también en la soberanía alimentaria tanto en las ciudades como en los sectores rurales. Cada vez hay más integración de los movimientos sociales urbanos y rurales alrededor de estos mismos ejes.

Es decir que a pesar de todo eres optimista

A pesar de esta catástrofe que vivimos en América Latina creo que todas estas iniciativas que aún están muy atomizadas e invisibilizadas nos demuestran que otro mundo es posible. La misma dinámica que se ha ido construyendo desde el Foro Social Mundial y desde otras iniciativas que muestran que la única forma de poder enfrentar esto es globalizando también las luchas sociales. El Foro Social de Porto Alegre nos muestra luces de que es posible que converjan todas estas luchas y eso es lo que tiene preocupados a todos estos funcionarios de la OMC y de todos esos organismos internacionales que ya ven que la próxima reunión la van a tener que hacer en la Luna o vaya a saber donde porque hasta ahí va a ir el movimiento antiglobalización. Aunque todavía las correlaciones de fuerzas estén muy desiguales, lo que pasó en Cancún y en Seattle nos demuestra que quizá en el futuro sí podremos articular todas estas iniciativas que están por ahí rondando.

Notas

1) Un representante de Monsanto fue elegido en la junta directiva del CTN pasando por alto la incompatibilidad, inhabilidad, impedimento y conflicto de intereses existentes.

2) Cultivando Diversidad, www.grain.org/gd

Author: Biodiversidad entrevista a Germán Vélez
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